Capítulo único.

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Hace tiempo comentaron que les gustaría más contenido de esta línea y bueno, aquí esta, realmente la historia no iba a ser así, pero una cosa llevo a la otra ;-;

Ojalá les guste. Gracias a los que le van a dar una oportunidad. 

[...]

— Tenga un buen día y gracias por su preferencia. — Takemichi levantó lentamente la cabeza observando que su cliente le seguía mirando. — ¿Todo bien? — El hombre frunció el entrecejo y salió del establecimiento, Takemichi formó una mueca ante eso, pero terminó suspirando de cansancio. A veces no entendía a la gente.

— Takemichi, hay una mercancía en la bodega que debemos acomodar.

— Sí, ahora voy.

***

— Takemichi.

— Dime.

— Es otra vez ese cliente. — El ojiazul suspiró y sacudió el polvo que pudo haber quedado en sus manos, con algo de pereza se acercó al mostrador y procurando colocar su mejor sonrisa habló.

— Bienvenido. — El rubio de ojos negros le miró, mejor dicho, le barrió con la mirada, pero fue solamente un instante antes de enfocar su atención en algún aperitivo. — ¿Va a llevar una cajetilla de cigarrillos? — El hombre asintió con la cabeza mientras dejaba algunos productos en el mostrador. — Muy bien, entonces sería un total de... — Takemichi solamente observó cómo el hombre dejaba el triple de la cantidad que había consumido. — Señor.

— Quédate con el cambio, buen día. — Takemichi cansado de esa situación sonrió y le despidió cómo siempre, nuevamente se levantó con lentitud, chocando sus azules ojos con los negros y sí, cómo hace medio año atrás le seguía observando con ese ceño fruncido.

— ¿Ya se fue? — Pregunto su compañera cuando escucho las puertas cerrarse.

— Sí, nuevamente me dejó una gran propina.

— Vaya, que envidia, al inició pensé que sería así con todos, pero cuándo tú no estabas miraba a todos lados y preguntaba por ti. Pensar que creímos que deseaba golpearte y terminó dándote dinero por atenderlo. — Takemichi vio la decepción en su compañera y solamente le sonrió. — Realmente Dios tiene sus preferidos.

— No exageres, solamente es una casualidad.

— Las casualidades no duran más de seis meses.

— De todos modos, pronto me tengo que ir, sabes que no pase la auditoría y tengo que irme.

— Lo sé, es una pena. ¿Encontraste ya otro trabajo?

— Sí, igual es de medio tiempo, pero está bien, yo podré, tal vez.

— ¿Cuántos trabajos llevas hasta el momento?

— Con este, llevo tres.

— Bueno, éxito Hanagaki Takemichi.

— Gracias.

***
— Lo siento.

— Agh. — Se quejó mientras buscaba otra cosa en la que descargar su frustración por los actos de su compañero. Takemichi suspiró, desde que terminó la secundaria suspiraba con demasiada frecuencia. — Iré a la bodega, te quedarás en el mostrador mientras.

— Está bien. — Resignado aceptó, mientras veía a su compañera alejarse suspiro y a paso lento se acercó al ventanal, aprovechando poder ver su reflejo, llevó su diestra a su negro cabello, revisando el crecimiento que tenía después de haberlo rapado, para dejar sanar completamente su cabello y también para verse más formal para sus asuntos laborales. Tenía cinco meses trabajando ahí. Sintió un escalofrío rodearle el cuerpo y algo sorprendido levantó la mirada, su mirada chocó y formó una pequeña "o" con sus labios al reconocer a la persona. Él también le había visto y sin poder ocultarlo terminó riendo suavemente al ver el mismo ceño fruncido. La campana anunciando un cliente no le sorprendió, pero si logro ponerlo nervioso. — Bienvenido.

Todo cambia.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora