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Narra Grecia Evans

Estábamos en el auto, el trayecto a casa era silencioso, pero no era incómodo. Miraba por la ventana pensando, y una idea me estaba matando, y no sabía la razón. Aún no he tenido intimidad con Fabián, pero ya estoy pensando en el futuro, quiero una familia con el, pero creo que el que no quiera tener hijos me traerá problemas

Aún que no tenía por qué pensar en eso ahora ¿Verdad? No había podido pensar en estudiar, eso me va a distraer, necesito algo en qué ocupar mi mente, y la universidad me servirá...

—¿Todo bien amor? —me gire y Fabián me miraba con un gesto interrogante

Sonreí

—No es nada —iba a protestar pero se calló —¿Qué tal tu día?

Empezábamos a hacernos estás preguntas cotidianas, que en realidad eran muy ligeras para cualquier situación

Él suspiró profundamente y me dió esa sonrisa tan encantadora suya

—Bien. Todo bajo control

—¿Resolviste el problema del robo del dinero? —pregunté

Él pensó un poco, fruncí el ceño pero finalmente habló

—No sabemos quién fue, pero tomé medidas para evitar esa situación de nuevo

Sonreí aliviada

Estacionó el auto frente a casa. Se bajó del auto y lo rodeó rápidamente para abrir mi puerta, me dió la mano y nos encaminamos a la entrada. Abrió la puerta y se hizo a un lado para dejarme entrar primero, sonreí

Entre. No iba a dejar de admirar mi casa, nuestra casa. Tomó mi mano y me dirigió escaleras arriba. Por alguna razón empecé a ponerme nerviosa y mi estómago comenzó a saltar

—Ven —me detuvo y abrió la puerta de nuestras habitación

Se hizo a un lado y me dejó entrar. Para mí mayor sorpresa era como estaba la habitación. Habían pétalos de rosas en el suelo y sobre la cama, un aroma suave pero deleitante, la luz de la habitación era tenue y sentí mis mejillas calentarse inmediato. Cubrí mi boca con mis manos y sonreí

Me volteé y ví a Fabián, mirándome fijamente. Sus ojos estaban oscurecidos, mientras yo era un remolino y alegría y nervios

—¿Te gusta? —preguntó y se acercó a mi

—Es... Es maravilloso, Fabián —rodeé su cuello con mis brazos y sonreí

Nos alejamos y nuestros rostros quedaron cerca, quería que me besara, y eso hizo como si pudiera leer mi mente. Comenzó a besar mis labios lentamente, le dí acceso a mi boca y exploró está con sutileza y delicadeza

Nos separamos y acaricio mi mejilla

—Se mía

Dijo y me sonroje aún más

—Eres...el dueño de mi corazón, de mi alma, mi cuerpo, sé, el dueño de mi cuerpo —sonrió con picardía

Me cargó como princesa y se acostó suavemente sobre la cama. Me quedé sentada, viendo sus movimientos. Sin permiso quitó mis zapatos, subió sus manos por mis piernas haciéndome temblar. Regreso a mi boca y bajó los tirantes de mi vestido lentamente, poco a poco, quedé expuesta ante él, con las mejillas súper calientes  y la respiración acelerada

Me miró de arriba a abajo y se relamió los labios. Se separó y quitó su ropa. No había prisa está vez... También me dejó ver su anatomía completa, dejándome ver erección. Trague...

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