capítulo cuatro: Pequeño agresor.

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Sus grandes manos estaban aferradas a una jodida barra de hierro con la que azotaba mi cuerpo una y otra vez, dolía carajo, dolía demasiado.

Había intentado escapar, casi joder, casi siento el maldito aire frío de las calles recorrer mi cuerpo, casi obtengo aquella libertad que me está costando conseguir y que por ella ahora mismo me esta castigando.

¿Qué debo hacer para salir de este agujero?

¿Podré librarme de este demonio que no deja de perturbar mi cuerpo e incrustando su jodido y cínico rostro en mi mente?

Sabía que no sería tan fácil escapar, pero recibir esto de una persona que dice amarme es tan patetico, esta tortura podría acabar conmigo.

¿La muerte podría acaso ser la mejor solución? No veo salidas y cada vez se hace más profundo.

Uno de mis ojos estaba hinchado impidiendo que pueda siquiera abrirlo, de mi frente se escurre sangre y ni hablar de la pierna que ya no logro sentir puesto que, una de las barras que utilizaba para golpearme me atravesaba el muslo.

Él sabía que podia morir si seguía así, él sabe que mi vida está colgando de un hilo, pero aún así no le importa porque es más grande su jodida furia que su razón.

Mis ojos picaban, las lágrimas que retenía querían salir, mi pecho dolía y la respiración me faltaba.

No, no, no, aún no puedes descansar cariño— se acercó a mi cuerpo moribundo flexionando sus rodillas quedando así a centímetros de mi—Esto apenas comienza, mi amor

La fría barra de metal  se paseaba delicadamente por mi rostro, su sonrisa se ensanchaba cada vez más al ver como me asusta tenerla cerca, alejó la barra y antes de que pudiera siquiera pronunciar algo la había estrellado en mi cabeza.

Puntos negros habitaban mi vista, la oscuridad se aproximaba y su asquerosa sonrisa se perdía, estúpido.

¿Acaso esto era el cielo?



Dos niños.

juegan en un parque, camino lentamente hasta quedar frente a ellos, sus rostros están desfigurados ¿Será otro de aquellos tortuosos recuerdos?

Los niños juegan en aquella caja de arena sin percatarse de mi presencia.

No pueden verme, entonces, si es un recuerdo.

Sus padres solo los observaban jugar, estaban detrás de ellos, sus rostros también se encontraban desfigurados. Luego de un rato los padres solo eran sombras oscuras que se alejaban, uno de los niños miraba como desaparecían de aquel lugar, miro al acompañante a su lado y se levantó molesto, el niño retrocedió asustado.

—¿Qué sucede? ¿...?— no alcance a escuchar lo que había susurrado.

¿Cómo es que puedo escucharlos hablar? No tienen rostro

—Es tu culpa, todo es tu culpa— se acercaba peligrosamente al niño que, en estos momentos se encontraba realmente asustado.

Estaba molesto, empujó al niño y se subió sobre él.

No sabes cuanto te odio— golpeaba al niño que, no dejaba de llorar y gritar que se detuviera, le pedía perdón por algo que ni siquiera había hecho— ¡Cállate! Cierra la maldita boca

El niño gemía de dolor, por tanto que luchara no podía safar a su pequeño agresor, tomo una de las palas de plástico con la que minutos antes construía un castillo de arena y lo golpeó provocando que cayera a su lado.

—¡¿Qué haces?! ¡¿Cómo puedes hacerle eso?!— un tercer niño apareció en el lugar, acogiendo al niño que soltaba falsos chillidos de dolor, culpando así a la pequeña víctima que solo se había defendido.

Nadie le creyó al niño.

Nadie vio al pequeño agresor disfrutar del sufrimiento de la pequeña víctima.

Nadie supo lo retorcida que era la mente del pequeño agresor.











Volví, feliz año gente bonita. ✨

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⏰ Última actualización: Jan 03, 2023 ⏰

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