02 | En manos de la libertad

151 22 0
                                    

En manos de la libertad

Rius

Hace muchos años, cuando aún era un niño, encontré un pequeño pájaro herido en la ventana de mi habitación.

Conforme los días pasaban, más cariño le tomaba. Quería que se quedara conmigo porque creía que en el castillo había espacio suficiente para él y que iba a estar mejor conmigo. Lo cuidé tanto como pude y para cuando su ala se recuperó, buscó la forma de escapar. Cuando lo consiguió, voló lejos y me dejó con miles de preguntas rondando por mi cabeza.

—¿Por qué se fue si aquí lo tenía todo? —inquirí con inocencia.

—Un pájaro debe de ser libre —respondió mi madre.—De nada sirve tenerlo encerrado en una jaula si va a estar triste. Aun si lo tiene todo, él va a preferir volar libre por el cielo.

En ese entonces no quería entenderlo. Me negaba a dejarlo volar lejos de mí.

Pero ahora, con todo lo que está pasando, entendí que él no quería estar atado a un lugar.

Quería estar en manos de la libertad. Cómo ahora yo lo estoy.

Vivir siendo el príncipe ha sido una completa tortura.

Hace unas semanas mi mejor amigo fue inculpado por la muerte de mi padre, el rey. Cuando quise tratar de explicar que él no había sido, me trataron de mentiroso. Incluso mi madre. Creyeron que su muerte había sido planeada por mí para quedarme con la Corona. Así que nos encerraron a ambos. A Sparta con juicio de muerte y a mí me quitaron el título de príncipe.

Sparta, que tuvo años de entrenamiento como soldado y cazador, logró librarse de la celda en lo que yo distraía a los guardias. Al ya estar libres los dos, escapamos del castillo.

Entonces nos subimos a unos caballos para después huir al bosque lejos del reino.

—Quién diría que terminaríamos como fugitivos.

Sparta solo ríe.

—Aún no logro entenderlo, ¿por qué alguien querría acusarme a mí de la muerte de tu padre?

—Yo tampoco lo entiendo, tú no tienes nada que ver con mi familia siquiera. Solo eras guardia Real.

—Siento que hay algo de lo que todavía no nos hemos enterado.

—En ese caso, sea lo que sea que esté pasando, vamos a descubrirlo juntos. No voy a dejar que te culpen injustamente.

—Gracias, en verdad.

—No es nada, haría lo que fuera por un amigo —Le dedico una sonrisa cálida. —Excepto dejarlo ganar una carrera. —Entonces empiezo a cabalgar de manera rápida, dejándolo atrás mientras río.

—¡Eres un estúpido! —Grita, luego lo escucho reírse.

Seré estúpido pero al fin soy libre.

*

Libre sooooy, libre sooOoy
Vale, mejor me dejo de chistes malos

Mini-Historias de los CoMPaS !Donde viven las historias. Descúbrelo ahora