Parte 1

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Te perdí...

Por mi orgullo, mi inflexibilidad, y con todo mi desprecio, te aleje y finalmente te perdí, dificulté tu ya complicada vida, pero si pudiera volver, lo haría para hacerte feliz.

De pronto y como si un huracán me pasara por encima despierto adolorido en mi cama, otra vez atormentado por lo que pude hacer mejor pero no lo hice, me dirijo al baño y... ¿¡pero de demonios?! he rejuvenecido varios años.

No lo puedo creer, pero claro, cuando veo a mi alrededor, el cuarto en el que me encuentro, la decoración todo es diferente de como era hace algunos días, reviso los alrededores buscando mi celular y aunque la fecha me indica que volví a mis 25 años aun no puedo creerlo. ¿Qué estaba haciendo a mis 25 años? todo es borroso.

-Seto, estás en vestido, ¿puedo pasar?- Escucho a Mokuba llamar desde el otro extremo de la habitación y claro, aun le quedan algunos años antes de irse a vivir por su cuenta y yo por esta fecha he estado más involucrado con los negocios internacionales puesto que Japón ya me ha ofrecido todo lo que ha podido.

-Un momento, salgo enseguida.- Mis 20s fueron mis años más dispersos y ambiciosos a causa de ello descuide a mi hermano y también te descuide a ti, si mi memoria no me falla en estos momentos vas por mi mitad de tu carrera y como es usual mantienes trabajos de medio tiempo.

-Perdón la espera Mokuba-

-Al fin hermano, que te sucedió no es normal que te atrases en las mañanas recuerda que tenemos un junta al medio día, que... ¿Por qué me sonríes así?-

Revuelvo sus cabellos -Tienes cara de niño-

-Ya basta hermano- me dices enfurruñado mientras apartas mi mano. -Hoy quiero pasar por la cafetería de KC antes de llegar a la oficina y de antemano te pido que no te enojes, hoy Joey está de turno pero solo será una visita rápida, quede de mostrarle unas cartas de nueva edición que me mandaron, será rápido.

-No tienes idea de cuánto añoro uno de esos cafés-

-Genial, vamos entonces, así compramos algo rico de desayunar-

El camino a la cafetería fue tranquilo, mientras Mokuba iba concentrado en sus juegos del celular, yo mantenía mi vista perdida en el paisaje fuera de la ventana, en tanto comenzaba con un recorrido mental sobre cómo es que llegué a este punto contigo.

Era nuestro último año en el colegio y durante los últimos meses antes de salir, fue que un día nos encontramos solo los dos en el salón, en ese entonces ya te miraba, me irritaba solo escuchar tu voz sin entender qué era lo que realmente quería contigo. te atreviste a burlarte de mí, quién querría algo conmigo alguna vez si no cambiaba la cara y en un arranque de ira y deseo contenido, jale de tu camisa y te bese, te quedaste en blanco por unos momentos hasta que reaccionaste y te alejaste corriendo de mi.

Los días continuaron lentamente hasta que te decidiste acercar, -Acaso te pareció poco y vienes por mas- hable con desdén, pero tu solo te acercaste y apoyaste tu cabeza en mi pecho, esa tarde te sostuve por primera vez, estaba desesperado y no fui nada gentil, pero lo soportaste, te deje solo en el piso mientras me iba, y lo que pensé que terminaría ahí, paso muchas veces, como pudiste aguantar que te llamara perro o perra según la ocasión, que te humillara frecuentemente, que te hiciera cambiar tus planes a último momento sólo porque me era conveniente verte ese día. Muchas veces me decías bastardo pero siempre vuelves cuando te llamaba o incluso después de dejarte esperando.

Claro, hubo situaciones en las que fui amable, pero eran apenas migajas para que mi existencia siguiera presente en tu vida, pero nada más, me burle incluso de tus esfuerzos por querer encontrar a alguien más y olvidarme, pero al final nunca te funcionaba, finalmente cuando estaba tan inserto en mis negocios en el extranjero simplemente te ignore, te bloqueé del celular, deje de ir a Japón, eras una carga para mi y aunque supe que me buscaste un tiempo, te olvide, tenía mejores cosas que hacer, mejores amantes a los que ver, o eso pensaba, pero nadie jamás me hizo sentir lo que sentía contigo y no fue hasta que el tiempo me reclamo tu presencia que me decidí a buscarte, pero ya era tarde, mi cachorro ya no existía se había ido dejando a un impostor y te perdí para siempre.

Pero ahora que vea, te quiero complacer, hacer tu vida más sencilla y cómoda, hasta que esa persona, la que por fin te hará completamente feliz aparezca, quiero estar a tu lado hasta ese entonces, para no tener ningún remordimiento en esta nueva oportunidad, aun si soy yo el que termina solo después de todo.

Continuará.

Cuando vuelva atrásDonde viven las historias. Descúbrelo ahora