Jam! (NamJin)

Mermelada.

Resubida.

Todos somos capaces de conocer estas cosas.

Entonces, ¿no es educado fingir creer en estas mentiras?

El lugar era amplio, las mesas decoradas con los más finos manteles y cubiertas de los más finos y refinados platillos y bebidas. El chico reía con gracia antes de llevarse la copa a sus labios, su mirada tornándose seria cuando la dirigió hasta el lugar donde las demás miradas se habían posado, todas dejando de prestarle atención a él. Y vaya que siempre había odiado dejar de ser el centro de atención.

— ¡Jinnie! —la chica se acercó a él sonriendo y envolviéndolo en un gran abrazo, de figura delgada, ojos profundos y cabello largo, preciosa.

— Hola, bonita—Seok Jin la abrazó de vuelta con fuerza, dejando su copa de lado. — ¿Has estado bien?

—Muy bien, pero te he extrañado—respondió con un puchero. — ¿Por qué no has ido a casa de nuestros padres a visitarnos?

—Seguro que él tiene cosas que hacer, Sun Mi—y es cuando Seok Jin reparó en la persona al lado de la chica, alto, de bonita sonrisa y hoyuelos marcados, sexy. —Buenas noches, Seok Jin hyung.

—Nam Joon—Jin le respondió sonriendo, llevándose la bebida a sus labios para sonreír sobre la boca de su copa.

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La velada transcurría con calma, lo normal sería que en una reunión como tal sucedieran cosas, siempre existía el tío ebrio que terminaba causando risas y arruinando otras cosas, las tías chismosas también; por supuesto que, en una sociedad como esa, nada sucedía, todo siempre era tan perfecto, controlado y pulcro. Seok Jin frunció el ceño, soltando su labio que comenzaba a sentirse lastimado de tanto morderlo.

— ¡Es el hombre perfecto! —la mujer mayor a su lado seguía hablando, parloteando según Seok Jin.

— ¿Qué?—preguntó prestándole atención al fin a su madre.

—Nam Joon—respondió la mujer con fingida molestia por ser ignorada. —Es guapo, de buena familia y fortuna, y también bueno en lo que hace, tu hermana tuvo buena suerte, ¿no es así?

—Claro que sí...—susurró buscando con la mirada al susodicho, lo encontró en un segundo, sonriendo con los parientes a los que su hermana estaba presentándole. —Seguro que sus hijos son preciosos.

— ¡Pensé que era la única que lo pensaba!

— ¿Cuándo van a anunciar el compromiso? —preguntó Jin mirando a su padre que estaba frente a él, comiendo en silencio, tan recto y serio como siempre.

—Mañana por la tarde—le respondió.

— ¿No van a darle un respiro? Puede ir a disfrutar su último tiempo como soltero.

— ¡Seok Jin! —su madre le regañó alarmada, y Jin solo se rio de su propia broma.

—Lo que sea—comentó sin darle importancia a lo anterior y viendo su celular con una sonrisa y sus labios de nuevo entre sus dientes. —Tengo que irme de aquí.

—Pero si esto aún no termina, tu hermana va a ponerse triste.

—Seguro que sí—dijo Jin fingiendo un puchero, pero poniéndose de pie de todas formas. —Mañana espero verlos.

—Tienes que venir, Jin—le habló su padre con seriedad. —Ya ha sido suficiente de ser el cordero descarriado de la familia. Jin le sonrió, dejando un beso en la mejilla de su madre y soltando la servilleta en su asiento.