“Yo una vez también dije:
—Nunca lloraré por un hombre.
—Nunca me enamoraré. Eso es igual a dolor.
—Nunca me dolerá algo que diga un pendejo de esos.
—Nunca sería boba como para dejar que me tocara un novio.
—Nunca diré cosas cursis. Que asco.
—Nunca hablaré como bebé.
—Nunca le diré te amo a alguien que no sean mis papas...
... Y llego él, a hacerme tragar mis malditas palabras”.