Dear my love

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La tenue y cálida luz que alumbraba todo Jamais Vu era lo más acogedor que una cafetería en la gran ciudad de Seúl podía ofrecer. Los clientes iban y venían por el sentimiento cálido que les generaba la ambientación, el personal y los alimentos, resaltando la cafetería como un soplo hogareño para aquellos que no tenían la oportunidad de tenerlo cerca. Sin embargo, Jungkook no podía sentirlo. Su mejilla recostada contra la mesa de madera mientras pequeñas lágrimas recorrían su rostro hasta llegar a la superficie, a la par que sollozos desamparados rompían el cómodo silencio de la noche.

—Guk, por favor háblanos. —pidió nuevamente Kim Seokjin, colocando una de sus manos suavemente en el hombro contrario, dándole un pequeño apretón que pretendía dar consuelo.

—Ha estado así las últimas dos horas Jin, creo que lo mejor es darle un poco de espacio. —razonó Namjoon, revolviendo su cabello recientemente teñido de azul en un gesto ansioso.

Si había algo que tanto Seokjin como Namjoon detestaban, era ver a Jungkook llorar de aquella manera, odiando más que nada el sentimiento de impotencia que los invadía cuando pasaba.

—Calla Namjoon, debió ser algo serio. —amonestó Jin observando reprobatoriamente a su amigo. —Debemos estar con él aunque no quiera hablarlo.

Namjoon dejó salir un suspiro cansado. Levantándose, se dirigió a la barra de la cafetería dispuesto a tomar uno de los panecillos que habían sobrado del día. Sin decir una palabra se acercó al pequeño horno que tenían para calentarlos y lo metió. Se recargó contra una encimera, tamborileando sus dedos mientras esperaba que estuviera listo.

Seokjin lo observó unos momentos sin comentar nada, desviando su mirada nuevamente hacia Jungkook cuando este dejó salir un nuevo sollozo.

—Vamos Guk, cuéntanos, por favor. —suplicó nuevamente Jin.

Esa vez Jungkook levantó levemente su cabeza de la mesa, encontrando sus ojos rojos e hinchados por su llanto con los preocupados de su amigo. Lágrimas aún se deslizaban por sus mejillas, recorriendo su cuello hasta perderse en el borde de su sudadera negra. Un plato con un panecillo fue colocado frente a él, llamando su atención. Namjoon se sentó en la otra silla disponible a su lado, soltando otro suspiro que en otros momentos habría sido imperceptible.

—No te obligáremos a hablar, respetaremos completamente tu silencio. —soltó Namjoon obsequiando al menor una de sus sonrisas tranquilas, de aquellos gestos que hacían denotar levemente sus hoyuelos.

Jungkook asintió casi imperceptiblemente, tomando tímidamente entre sus manos el panecillo recién calentado. Dió un par de mordiscos ante la atenta mirada de sus amigos, saboreó el dulzor de los frutos rojos que contenía agradeciendo internamente que aquellas dos personas que ahora lo acompañaban lo conocieran tan bien. Tomó una gran bocanada de aire después de pasar su bocado y aclaró su garganta un par de veces.

—Lo perdí. —susurró perdiendo la fuerza que había adquirido en la última palabra, sintiendo su corazón romperse aún más.

Namjoon y Seokjin compartieron miradas, intentando descifrar la poca información que les había sido compartida. Ambos maldijeron para sus adentros al no poder descubrir nada de lo que estaba dañando a Jungkook, de lo que había perdido.

—Lo perdí. —intentó nuevamente, saliendo en otro susurro, acompañado de un sollozo doloroso. —Lo perdí, lo perdí, lo perdí.

Seokjin no pudo resistirlo más, empujó su silla hacia atrás y se inclinó hacia Jungkook para poder jalarlo y envolverlo entre sus brazos, permitiendo que el menor se refugie en su hombro. Jungkook sollozó un poco más, sacando todo lo que estaba estrujando su alma. Jin acarició los suaves rizos azabaches del menor en un ritmo que pretendía consolarlo.

Dear my love | JikookDonde viven las historias. Descúbrelo ahora