Treinta y dos

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No sabían cuanto tiempo había transcurrido con exactitud desde que se abrazaron y ninguno de los dos parecía dispuesto a soltarse, ni siquiera por qué el doctor se los estaba pidiendo con ahínco y preocupación. Pues él temía que la situación de minutos atrás le provocará más daño a su enfermo organismo.

Y es que ese chico de preciosos hoyuelos tenía una habilidad tan impresionante para calmar a Eun-ji que incluso a ella la dejaba atónita, pero solo en el ámbito emocional.

Eun-ji comenzó a debilitarse poco a poco y a toser con mucha fuerza. Se alejó del chico quien le miraba preocupado. No había visto con detalle el aspecto enfermizo de Eun-ji, cuando entró solo le importaba ayudarla a calmar el ataque de pánico que estaba teniendo y no se dio cuenta de lo mucho que había adelgazado, ni de lo pálida que estaba y tampoco del tono rojo enfermizo que habían adquirido sus párpados.

Hoseok intento ayudarla, pero se quedó congelado cuando vio como lo que salía de la boca de Eun-ji era sangre. Una escena realmente espantosa y que sería muy difícil que Hoseok pudiera sacar de su cabeza. Sus ojos se abrieron y su estómago se contrajo. Deseo con todas sus fuerzas poder tomar su lugar y ser él quien sufriera con cada arcada.

El doctor y las enfermeras actuaron rápido. Intentaron cargarla para llevarla a su cama, pero ella intentó resistirse. Tenía que decirle algo a Hoseok y tenía que ser rápido. Tomó la mano del chico sacándolo del shock en el que había entrado.

—Hoseok —pronunció con dificultad por el escozor en su garganta.

Volvió a toser y seguido de esto escupió más sangre. Hoseok se puso de pie y trató de ir con ella.

—¿P-por qué le está pasando eso? —balbuceo con un hilo de voz. El miedo no lo dejaba pensar ni hablar adecuadamente—. Se pondrá bien, ¿verdad? Ella estará bien. 

Intento acercarse a la cama donde yacía Eun-ji sin dejar de toser y manchando su camisón de sangre. Una de las enfermeras se interpuso en su camino y lo detuvo.

—Joven, tiene que salir de aquí.

Hoseok la observo como si le hubiera dicho una de las mayores locuras, en realidad era una locura pedirle aquello.

—No, no puedo dejarla.

—Entiendo tu preocupación, pero en estos momentos no nos puedes ayudar —le dijo lo más calmada que pudo, pues ella también estaba exasperada porque el chico no cedía—. Por favor sal de aquí.

—¡No puedo hacer eso! 

El doctor se alejó de Eun-ji y ayudo a la enfermera a poder sacarlo de la habitación. Lo último que necesitaban era otro alboroto como el de hace unos momentos atrás, habían logrado con mucha dificultad deshacer el tumulto de gente que se había formado minutos antes como para que volviera a suceder en una situación tan grave como en la que se encontraba el paciente. El chico forcejeo un poco, pero al final lograron sacarlo.

—¡No! ¡Tengo que…! —antes de que pudiera terminar la frase ya habían cerrado la puerta con seguro—. ¡Abran! ¡No puedo estar aquí afuera, necesitó estar adentro!

Insistió un poco más sin obtener respuesta. Solo se podía escuchar el ajetreo y los movimientos que hacían los doctores para poder estabilizar a Eun-ji.

—¡Maldita sea! —Golpeó la puerta de una patada.

—Hoseok. —Era Seulgui—. ¿Qué sucedió? Después de que corriste no supe nada más ¿Por qué estás así? ¿Tan mal esta?

Pregunto lo último en un susurro, queriendo evitar alterarlo más de lo que estaba.

—Ella comenzó a toser —con cada palabra, su voz se volvía más débil—. Y… Era mucha sangre. Ella estaba sufriendo mucho.

Seulgui sintió su estómago contraerse con esas pocas palabras que no describían ni la mitad de lo que realmente pasó, y aun así fue suficiente para estremecer a Seulgui. Trago duro y sacudió la cabeza, su tonta mente estaba empezando a imaginar escenarios horribles. Tomó los hombros de Hoseok y los masajeo para tratar de brindarle algo de calma.

—Tranquilo, se pondrá bien. Se ve que es un buen hospital, harán un magnífico trabajo y curarán a tu chica.

Hoseok suspiro y asintió deseoso de que Seulgui tuviera razón.

—¿Por qué no bajamos? Vi que en la sala de espera hay una máquina para preparar café —le sugirió con una sonrisa—. Vamos a tomar uno y a descansar, ambos lo necesitamos.

—Ve, tú si quieres, yo me quedo a esperar noticias.

—No, ambos hicimos mucho esta noche. Estamos cansados de tanto caminar, y nuestras emociones fueron arriba y abajo como en una montaña rusa. Merecemos un descanso. Además, necesitas estar en calma para ayudarla.

Hoseok miró hacia la puerta. Aún se lograban escuchar al doctor y las enfermeras hablar entre ellos y parecía que durarían un buen rato más. También pensó en Seulgui, ella estaría muy cansada después de tanto caminar y después de tanto ajetreo la pobre chica se debía estar muy estresada.

—Está bien, vamos —aceptó solo por su amiga y comenzó a caminar de vuelta al ascensor—. También aprovechamos para hablar con los chicos. Ellos no saben qué estamos aquí.

—¡¿Qué?! ¡¿No les llamaste para que dejaran de buscar?! ¡¿Ni siquiera un mensaje?!

El chico apretó fuerte los ojos. En el momento no le dio mucha importancia, bueno, ni siquiera pensó en sus otros amigos. Solo tomó rápidamente el transporte que lo dejaría más cercas del hospital y ya.

—Tenía que llegar rápido, no tenía tiempo. 

—¡Santo cielo! Seguramente Yoongi ya debe estar muerto del cansancio y los otros dos a punto de seguirle.

Seulgui sacó rápidamente su celular para hablarles a los demás. Primero le llamó a Namjoon mientras Hoseok hacía lo mismo con otro de sus amigos. Mientras lo hacía, Seulgui no dejaba de dedicarle miradas llenas de reproche a Hoseok que lo hacían sentir culpable y como el peor de los amigos, más de lo que ya se sentía al no ayudar a Eun-ji.

AZUL || Jung Hoseok Donde viven las historias. Descúbrelo ahora