Summary: Kyungsoo siempre ha sido un libro abierto. No había secretos entre él y sus amigos, quienes compartían una conexión inquebrantable desde su primer semestre de universidad. Excepto por Jongin. El novato de Ciencias Humanas, además de ser el...
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비밀 (bimil) se.cre.to
Sustantivo masculino 1. lo que no debe ser revelado a nadie; lo que es secreto. 2. lo que está más oculto; lo que está oculto a la vista y al conocimiento. 3. un sentimiento íntimo que no se comunica a los demás. 4. lo que se dice al oído de otro; confidencia, confesión.
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De todas las cosas locas que ha hecho Kyungsoo, esa era definitivamente la peor.
No es que la lista fuera muy larga. Era más como uno de esos post-its que a Junmyeon le gustaba pegar en la pared de su habitación o las pequeñas notas que Jongdae hacía en el papel de Trident cada vez que olvidaba su cuaderno. La vida universitaria era capaz de acumular una lista inmensa de rarezas, a veces tan grandes que podían servir de alfombra para una de esas largas pasarelas de los Oscar o tan grande que se desliza hasta el suelo como la falda larguísima de un vestido de novia.
La cosa es que los estudiantes universitarios tienden a pensar que son los reyes de las buenas ideas, y eso parecía una buena idea cuando, horas antes, Kyungsoo estaba en la tercera botella de soju compartida con amigos en ese pequeño bar de la esquina. Ahora que el efecto del alcohol estaba desapareciendo y la gente lo miraba como si presenciara un macabro espectáculo de circo, ya no estaba seguro.
"¡Atención, estudiantes universitarios ebrios pasando!" Junmyeon advirtió a la gente de lo obvio, saludando con indiferencia mientras Kyungsoo guiaba a un Jongdae medio dormido y medio desmayado en una carretilla por las calles de Seúl.
Kyungsoo no recordaba haber pasado cerca de ninguna obra en construcción. Tampoco tenía idea de por qué usaba guantes amarillos, pero llegó a la conclusión de que venían como un regalo con la carretilla, que pueden – o no – haber tomado sin el permiso del dueño.
"¿Qué hacemos con él?" preguntó Kyungsoo, empujando la ruidosa carretilla a un lado de la avenida.
Junmyeon, que estaba tratando de caminar sobre la acera como un equilibrista, perdió dicho equilibrio y cayó a su lado en la calle cementada.
"Puede quedarse en mi casa o en la tuya, al menos por la noche. Mañana veremos cómo deshacernos del cuerpo."
"Está ebrio, no muerto," respondió Kyungsoo, pero la duda permanecía en el aire, así que usó su rodilla para empujar la cabeza de Jongdae, por si acaso. El amigo ebrio dejó escapar un gruñido, claramente molesto, desmayado con los brazos y las piernas colgando de la carretilla. Todavía parecía vivo.
"¿Puedes llevarlo a tu departamento?" Preguntó Junmyeon, como si estuviera hablando de una mochila, una memoria USB o cualquier otro objeto, y no del amigo que conocieron al comienzo de la universidad mientras esperaban en la fila para imprimir.
Kyungsoo negó con la cabeza. Los dormitorios universitarios donde residían tenían reglas estrictas. Las puertas se abrían a las 5 am y se cerraban puntualmente a la 1 am. Nadie podía entrar ni salir fuera de este horario. Ni siquiera él, que ahora caminaba con sus amigos sin rumbo a las dos de la mañana, sin saber exactamente dónde iba a dormir.
