Capítulo 3: Expectativa

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Kyungsoo husmeó el bendito papel doblado tan pronto como se encontró solo, acostado en el colchón prestado colocado en el medio de la sala, con todas las estrellas mirándolo a través de las ventanas del balcón de los Kim

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Kyungsoo husmeó el bendito papel doblado tan pronto como se encontró solo, acostado en el colchón prestado colocado en el medio de la sala, con todas las estrellas mirándolo a través de las ventanas del balcón de los Kim. Esperó a que se apagaran todas las luces, incluso las que sólo se veían por el espacio debajo de las puertas, y sólo entonces se atrevió a abrir la nota, como si temiera que algo tan pequeño pudiera resultar tan peligroso.

Y en cierto modo, tal vez lo era.

Y en cierto modo, tal vez lo era

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Era un número de teléfono.

Kyungsoo tomó el celular que descansaba en el costado del colchón y guardó el contacto, temiendo perder el papel con la nota en alguna parte. Aun así, no envió ningún mensaje, porque sintió que estaba haciendo algo que no debía. Algo de lo que más tarde se arrepentiría.

Tampoco envió mensaje a la mañana siguiente, ni en los días siguientes.

Despertarse cada día en la casa desconocida, a la que bautizaron como la Residencia Kim, significaba vivir una nueva aventura. Se sentía como un jodido adolescente tonto cuando se levantaba y veía a Jongin caminando por el pasillo en pijama, pasando el café en la cocina con el cabello revuelto, o cuando, a veces, de camino al baño, accidentalmente lo veía cambiándose de ropa a través de la puerta abierta del dormitorio. Significaba vivir constantemente con picazón en el estómago y ansiedad reprimida.

Una mañana, cuando fueron al baño al mismo tiempo para cepillarse los dientes, se miraron en el espejo, intercambiando miradas cargadas de coqueteo reprimido. Kyungsoo se encontró pensando que podía vivir así, observándolo desde lejos, sin permitir que la proximidad interfiriera con la sana convivencia.

Se miró en el reflejo, la espuma de pasta de dientes burbujeando en su boca. Jongin todavía vestía una camiseta blanca holgada y medio vieja que usaba en su pijama. Tal vez permanecieron allí mucho más tiempo del necesario, sin moverse de su lugar, pero conscientes de la intensidad de los ojos que buscaban al otro.

Jongin, entonces, para romper la tensión que los rodeaba, lo empujó levemente con el codo del brazo levantado, el mismo que sostenía el cepillo de dientes. Kyungsoo apartó la vista del espejo y miró hacia un lado, viendo que la comisura de su boca se alzaba con picardía. Lo hizo una vez más, y luego otra vez, un poco más fuerte. Y ahora era imposible pensar que fue un choque accidental.

No se lo digas a nadie - KS (traducción)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora