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Sana está sentada de nuevo frente a mí, al igual que Tzuyu. Están observándome, y yo de repente les poso la vista. Llevan así dos días, intentando descubrir qué era un dedal y la importancia entre Nayeon y yo. Por cierto, esa parlanchina ni siquiera se ha acercado a preguntarme la hora.

Me resulta raro, sí, que de repente se desaparezca dejando esa duda. ¿Le gustó mi beso?

—¿Qué es un dedal?

Vuelven a preguntarme. Las observo, suspiro fuerte y niego con la cabeza, rascando mi nuca y el puente de mi nariz casi de manera espontánea.

Y no. No tengo la menor idea. También me la he pasado observando todo, recordando la primera conversación que he podido, desde que tengo memoria de que me gusta. He intentado recordar si alguna vez, extrañamente, hablamos de eso. Si la palabra tenía algún significado, o si la película se lo daba.

He llegado a la conclusión de que es una chica muy rara, y que le ha llamado dedal a un beso sólo porque es de una película.

—Fue el beso que le di, se los llevo repitiendo los últimos veinte minutos.

Tzuyu está resignada, comiendo de poco a poco sus papitas. No he hablado mucho del tema con Chewy, hasta parece evadirlo. Da igual, no tengo ganas de hablar con una hermana de mis sentimientos innecesarios. Además, Tzuyu sabía suficiente desde que me dijo "lo besaste". La peor parte de todo, que fue innegable decirle que muero y me desvivo por Im Nayeon.

Sana, por su parte, golpea su frente y se niega a dejar de lado el tema. Aunque por un momento, su mente se despeja y se dedica a hacer otras preguntas.

— Mina-chan —me llama mi mayor, la miro y alzó la barbilla. Sana se acerca un poco a mí y sonríe—. ¿Qué sentiste cuando ella te besó?

¿Qué sentí cuando ella me besó?

Mmh... Veamos. Sentí cómo mi corazón se aceleraba, y mis manos empezaban a temblar. Sentí su corazón detenerse porque estaba tan cerca de mí. Mi estómago me dio un aviso, al dejar salir aquellas mariposas. El mundo se detuvo, y parecía que sólo estábamos ella y yo, juntas, muy juntas.

Sentí que el mundo era mío.

Me sentí viva y feliz.

¿Qué sentí?

—Sentí todo muy, lindo. Perfecto.

Creo que Sana esperaba más. Pero, no soy tan extrovertida. Me costaría decirle que amaba aquellos labios, y que, si pudiera, los comería día a día como el postre más dulce de mi hogar.

Tzuyu ríe en voz alta, y se acerca a Sana.

—No te preocupes, Sana-ssi. Cuando Mina dice algo así, la intensidad es multiplicada por mil. No dice todo lo que piensa.

—Ya veo —responde Sana. Comienza a leer su libro, y después de algunos minutos de reposo, voltea a verme de nuevo—. Cuando besé Tzuyu, sentí un dinosaurio.

No sé qué fue peor. Que yo me atragantara con mi propia agua, o que Chou Tzuyu estuviera ahogándose con media papa a la mitad del esófago. Ella se levantó deprisa de su lugar, tomando su cuello entre un sonrojo (o la asfixia, cualquiera de ambas) y tosiendo. Y para cuando Sana se puso de pie, para ayudarle, Tzuyu ya estaba bien, cubriéndose el rostro con vergüenza.

—¿Ustedes se besaron?

—Bueno...

Tzuyu me mira, y luego a Sana. Se sienta en su lugar, seguido de la mayor y sonríe algo incómoda.

—Sí, nos besamos —me responde.

Sana volvió a mirarme, creo que me examinaba con cuidado. Pasaba y yo podía sentir su vista en cada una de mis facciones, creo que estaba leyendo mis actitudes.

—¿Por qué no buscas tú a Nayeon? —me pregunta.

Siempre tengo respuestas para las preguntas. Pero aquella vez, creo que me quedé en blanco.

—No lo sé.

Tzuyu seguía en su lugar, lloriqueando ante la gran revelación (así lo veía ella, pero un beso entre ellas ya no me sorprendía, se veían bastante compatibles, unidas, bastante buenas juntas), la veía de repente, pero no me hacía caso, a nadie de hecho.

Ahora bien, ir a buscar a Nayeon después de haber tenido un rechazo indirecto y luego una bienvenida diciendo que le agradó el dedal...

Demonios, ¡yo no era psíquica o adivina!

—Quizá debas de buscarla tú —Sana me sonríe. Mira a Tzuyu, quien está con la frente encendida entre sus brazos, apegada a la mesa donde nosotras estamos. Sana empieza a acariciarle el cabello a Tzuyu—. Después de todo, ella siempre te buscó a ti.

¡Cállate!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora