Esto no es un cuento de fantasía. Ni ese calvo cabezón es un orco, ni esos de allá son enanos, solo son barbones petisos que van de regreso a sus casas. El vagón del metro va repleto de personas que nos miran de reojo con evidente molestia, como si tu vocecita medio chillona transmitiendo sobre hadas y brujos se mezclara con el calor, con los malos olores y la falta de oxígeno, pudriéndoles aún más la existencia.
No hay nada de magia en este vagón del metro, solo gente secándose y esperando transitar cada día por los mismos lugares. Mira sus rostros ¿no recuerdas acaso a esa vieja sentada frente a nosotros? ¿o a ese flaco cariacontecido junto a la puerta? Juraría haberlo visto más sonriente la semana pasada. En dos estaciones más se bajará esa pareja de más allá, hoy están bien pero mañana seguro se odiarán ¿Puedes verlo ahora? No hay magia aquí.
En menos de diez minutos nos tocará descender a nosotros. Este vagón se detendrá y abrirá sus puertas dejando escapar una avalancha de cuerpos sin voluntad que nos empujará a la salida y caminarán sin detenerse ante nada. Insisto, no hay magia aquí ni en ningún otro lado, porque los cuerpos anestesiados y los ojos ciegos están destinados a marchitarse como lo hacen las plantas que olvidamos en el jardín
Pero pronto estas palabras también se secarán y nada de esto que he dicho tendrá algún grado de importancia. En pocos minutos estaremos caminando en la misma dirección que ayer y todos los días ¿Para qué tomar otra ruta si esta es la más efectiva? ¿Para qué queremos misterio y rutas alternativas si lo que importa es llegar a destino? Llegaremos y nos pasaremos mirando el reloj todo el día mientras replicamos la misma coreografía y sonrisas amargas. Descuida, que esa molestia que tienes en los músculos de la cara pasará pronto, solo necesitas acostumbrarte a ese gesto tan ajeno.
Como decía, no hay ni un mínimo de fantasía en este vagón, ni en esta conversación, ni en estas letras, pero si aún la sigues buscando, por favor, detente un momento y solo observa allá afuera.
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No hay magia en el metro
Short StoryEsto no es un cuento de fantasía. Ni ese calvo cabezón es un orco, ni esos de allá son enanos, solo son barbones petisos que van de regreso a sus casas.