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—Yuki, qué haces aquí tan temprano? —Kanade preguntó a través del micrófono de sus auriculares con curiosidad.

—Oh, hoy salí más temprano de la escuela y mis padres no están en casa, así que decidí aprovechar para terminar una canción. Te vi en línea y pensé en terminarla contigo. —Dijo Mafuyu con un tono que inquietaba a Kanade.

—Te escuchas... diferente, extrañamente feliz. Sabes que no tienes que fingir nada conmigo ¿No? —Un silencio extraño invadió el ambiente por un rato, el único ruido que se escuchaba era el de los dedos de Mafuyu presionando las teclas de su teclado. No dijo ni una sola palabra, solamente continuó escribiendo en su computadora.

—Mafuyu, ¿Estás bien?

Una suave risa se escuchaba del otro lado. —Estoy bien, K. No hay nada de qué preocuparse.

—¿Segura? Puedes contarme lo que sea.

—¿En serio es tan preocupante que quiera estar feliz un rato? No pasa nada. —Aunque la chica intentó calmarla, Kanade no estaba convencida; algo definitivamente le pasaba a Mafuyu. De igual manera, al menos por un rato, dejó de indagar.

Ambas chicas trabajaban a la par. Mafuyu parecía estar inspirada ya que el sonido que producía su teclado nunca cesó.

El ambiente era tranquilo, cómodo. Cada cierto tiempo intercambiaban palabras, opiniones y consejos, mayormente relacionados con el trabajo que estaban realizando, pero, de repente una pregunta surgió por parte de Kanade al recordar algo que había ocurrido el día anterior.

—Yuki, con respecto a la carta que nos diste ayer, ¿Por qué no quieres que la abramos todavía? —La chica preguntó.

Como si fuera incapaz de seguir, el ruido de las teclas se detuvo. Otra vez el silencio se hizo presente. Kanade mentiría si dijera que no estaba acostumbrada a los silencios que seguían a las preguntas que le hacía a Mafuyu, tratando de conocerla, pero la ausencia de sonido fue tan repentina que la mantuvo alerta.

—Quería desahogarme un poco. Hay cosas muy vergonzosas en esa carta que no quiero que lean conmigo aquí, si quieres puedes leerla para cuando no esté más. —Mafuyu dijo. Su voz se oía forzada.

Antes de que Kanade pudiera contestarle, Mafuyu volvió a hablar. —K, perdón pero me debo ir. Acabo de recordar que había acordado con una chica de mi clase para explicarle unas cosas cuando salgamos de la escuela, debo volver.

—Oh, está bien, no pasa nada. —dijo Kanade, extrañada.

—Lo lamento por haberte hecho preocupar, no era mi intención. Igual, gracias por preocuparte. Adiós. Espero que nos veamos pronto. —Mafuyu dijo.

—Pero, nos vamos a ver a la noche ¿No? —La chica preguntó. Mafuyu soltó una pequeña risa —Lo lamento, tienes razón. Nos vemos, Kanade. —dijo antes de salir de la llamada.
Kanade no pudo pensar más. Guardó el proyecto en el que trabajaba, apagó su monitor y comenzó a pensar en las palabras de Mafuyu.

"Puedes leerla cuando no esté más"

Una rara elección de palabras

"Espero que nos veamos pronto"

"Kanade"

Eso último fue lo que más llamó su atención; nunca la llamaba por su nombre a menos que estuvieran tratando con algo importante o algo muy personal. Definitivamente algo pasaba con Mafuyu, pero ella no podía pensar cuál podría ser la razón para tal comportamiento.

I'll always be thereDonde viven las historias. Descúbrelo ahora