I

1.1K 53 0
                                    

Al principio me negué a saludarla, no podía creer que Charles se había atrevido a llevarme a rastras y contra mi voluntad a la mesa en dónde ella y varias chicas más se encuentran bebiendo y riendo. 

Aún si ya hacía más de dos semanas en que le vi por primera vez, no creía sentirme preparado para hablarle, no, no ahora.

Pero así fue la cosa, y por momentos como éstos, creía que el universo lo hacía para burlarse un buen rato de mi.

Envidio la sencillez que el contrario tiene para desenvolverse e involucrarse con más personas, cosa que para mi, en su momento fue difícil, acompañados de buenas bebidas y música lleve mi mirada a ella, igual lo hacía, la intensidad de aquél color marrón que me veía hizo que todo mi cuerpo se erize. 

—¿Cómo te llamas?— Preguntó contra mi oído, inclinando un poco de su cuerpo al mío y poniéndome tímido casi al instante. 

—Sergio ¿Y tú?— 

—Fabiola, tienes un nombre bonito.— Agregó para después dar un trago a su bebida imite dicha acción refrescando aquélla garganta que comenzaba a secarse, no, no estaba ebrio, y creo que seria un buen momento, eliminaría esta barrera que mi timidez no me permite cruzar. 

—Gracias, a mi también me parece bonito el tuyo.— Sonriente y dejando el vaso sobre la mesa, escuche su risita divertida, al girar mi rostro y verla de nuevo me percate de que cubría sus labios —¿Qué?— Solté curioso con cierto toque de diversión, el alcohol comenzaba a calentar mi sangre. 

—Nada, solo ¿Me acompañas a fumar un cigarro?— Sacando de su bolso una cajetilla y tomando su encendedor se puso de pie, sin pensarlo dos veces robamos algunas miradas de los demás en la mesa, siguiendo a la chica de cabello negro, nos abrimos paso entre la gente hasta dar con el balcón de dicho lugar.

Mientras encendía de su cigarrillo, estiro de la cajetilla, agradecido tome uno llevándolo a mis labios, ella estiró de su encendedor y rápido prendió del mío permitiendo dar una gran calada, soltando el humo al minuto 

—¿Te gusta Japón?— Pregunté recargando mis codos sobre el barandal, llevándonos ambos una gran vista de Tokio.

—Por supuesto, no pensé que estaría tan iluminado.— Murmuró, le mire un tanto extrañado. 

—¿Por qué no?— Pregunté extrañado, el frío viento de otoño revoloteo su cabello golpeando una de sus mejillas 

—No lo sé, pensé que en el dos mil cinco Japón se vería como ahora.— 

—Bueno… a veces el 99 te puede sorprender.— Sugerí echando un rapido vistazo a la joven, pantalones de cuero negros, una blusa señida a su cuerpo dejando al desnudo sus brazos, sin dejar de lado sus botas dando la pinta de una chica rockera. 

—Ahora que lo pienso, ¿Qué te trajo a un país asiático?— 

—La música, soy fan de una banda de rock, y sé que pasará un buen rato para que pisen mi país, entonces vine aquí con la esperanza de verlos tocar unas cuantas veces, y en segundo plano, la escuela.— 

—¿Y qué dijeron tus padres al respecto?— Curioso gire mi cuerpo de costado, el cigarro entre mis dedos comenzaba a consumirse entre calada y calada, haciendo cálida la charla.

—No les intereso, les da satisfacción el saber que su hija salió de su país para estudiar. — Riendo hundió su rostro entre sus hombros en señal de no importarle. 

—Entonces no saben de tu gusto por aquella banda.— 

Negó en un suave movimiento de cabeza, su mirada no daba a la mía, se le notaba pensativa y hundida en sus cosas, Fabiola me atraía de una forma extraña, jamás creí que una chica con la pinta de ser una rebelde me robaría mi atención, por lo regular salía con chicas que se preocupan en seguir tendencias, vestir y aparentar ser las más bellas, cuerpos delgados y rostros brillantes, haciendo que el mínimo de maquillaje pareciera algo nulo en sus rostros, y entonces entre mi imaginación aparecía ella, entre tantas mujeres brillantes y cálidas, logre diferenciar aquel toque de misterio y soledad, sus prendas oscuras, su maquillaje cargado, su cabello largo y suelto, sus labios pintados en un carmín sutil, no es demasiado delgada, no es una modelo, pero hasta sus brazos un tanto llenos con vello fino y suave le hacían ver espectacular algo que en otras chicas jamás pudiese ser posible ver, y no, tampoco digo que se descuide, pues siempre huele a jabón y shampoo a uno fresco y su perfume tampoco llegaba a embriagarte de forma dulce y empalagosa; es sutil, de esos que podrías creer que no irían con una jovencita como ella. 

—Mis papás creen que es ridículo sentir admiración por ciertos artistas.— Comentó tirando de la colilla al suelo golpeando con la suela de su zapato este asegurándose de apagarlo por completo. —¿A qué te dedicas, Checo?— 

—¿Checo?— Pregunté dando unas dos caladas al cigarro para después tirarlo. 

—Se supone que así se les dice a los que les llaman Sergio ¿No es así?— Asenti —¿Entonces a que viene la pregunta?— 

—Porque así me dicen en mi trabajo, y creí que tú me conocías.— Avergonzado golpee de la colilla ya apagada en el piso. —Soy corredor de carreras.— 

—Umh.— Escuché mientras ella echaba de su cabello rebelde hacia atrás. —No sé qué es eso, lo siento.— 

—Descuida, tampoco es responsabilidad tuya saber de que va, en lugar de explicarte, mejor te invito a alguna carrera que haya pronto ¿Vale?— 

—Me parece genial, oye, lamento haberte traído aquí afuera.— Sonrió apenada revelando un pequeño hoyuelo en su mejilla derecha, sus manos abrazaron sus brazos acariciándolos, el frío comenzaba a sentirse ahora que nuestros cuerpos comenzaban a enfriarse. Apurado quite mi chaqueta de mezclilla poniendola sobre sus hombros. 

—La verdad es que sentí que fue una oportunidad para conocerte.— 

—Me agradas Sergio.— Declaró unos minutos después en que sus ojos bailaban sobre mi rostro. —Cuándo te vi hace ya unos días, pensé en acercarme pero entonces cuando tu amigo te dejaba un momento a solas, tú huías de mi panorama, y cuando daba contigo volvías a estar con él.— 

—Soy un tanto tímido.— Admití sintiendo mis mejillas arder.

—Y al pasar la una, se marchaban…—

—No podemos desvelarnos mucho, el ambiente es bueno y quisiéramos quedarnos…— 

—Cuando la banda venga, quédate conmigo ¿Podrías?— 

—¿Es una cita?— 

—Lo es.— 

...

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
𝙝𝙚𝙖𝙫𝙚𝙣'𝙨 𝙙𝙧𝙞𝙫𝙚 | Sergio Pérez |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora