Capítulo 1. Cotidianidad.

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Cotidianidad, ese ha sido mi estilo de vida desde que recuerdo. Me levanto todas las mañanas, siempre a la misma hora, enciendo la cafetera automática, pongo el pan en la tostadora y voy directo a tomar una ducha; me lavo el pelo mientras canto desafinadamente disfrutando que vivo sola y que mi gato me ignora. Me cepillo los dientes aun intentando cantar, luego me peino un poco mientras hago muecas en el espejo para salir con energía al día a día. Entro a mi closet y me cambio como los superhéroes, sin importarme mucho si mis zapatos combinan con mi blusa o esas cosas que las chicas comunes toman en cuenta. Entro a la cocina, tomo mi tostada, la pongo en mi boca, lleno mi termo con café, mientras con la otra mano saco mis llaves, me engancho la cartera, me despido de mi gato, que continúa ignorándome, y salgo tarareando de mi casa.

Caminando como de costumbre saludando a mis vecinos, voy alegremente a mi trabajo, soy niñera de casi todos los niños en mi cuadra, pero como todos los martes, jueves y sábados, me toca cuidar a mis adorados gemelos, Thomas y Trent, su madre por cuestiones de trabajo sale de la ciudad desde muy temprano y regresa bastante tarde en la noche.

Toda mi vida ha sido una rutina desde que me mudé de casa de mis padres adoptivos, mi padre era un poco raro, distante y creo que nunca lo escuché decir una palabra, pero mi madre, es increíble, muy atenta, amorosa y siempre se esforzaba para darme lo que necesitara, sin embargo no estaba muy contenta con mí decisión de partir. –Suspiro- No puedo quejarme de todo lo que he recibido en la vida, nada me ha salido mal, todo siempre exactamente planeado, tal vez demasiado, nunca pensé que por mantener una rutina diaria tal vez algunas personas podrían estar "muy pendientes" de mí.

Ese martes en la noche, recuerdo bien que era 1ro de Abril, hice mi rutina de ese día al pie de la letra, como de costumbre, fui a casa de los gemelos, jugamos, los hice hacer su tarea, vimos caricaturas y para cenar, los martes siempre toca pizza, sí, eso es lo último que recuerdo; el sonido del timbre y como con algarabía le dije a los niños, ¡Al fin, la pizza está aquí!, como gritaron de emoción, ¿qué otra cosa harían?, son solo niños. Recuerdo como se sintió la perilla cuando la giré y se abrió la puerta, luego de eso no sé qué paso.

Desperté con dolor de cabeza, me toqué donde sentía el dolor y sentí humedad, miré mi mano, sangre; enseguida mi corazón se aceleró, ¿dónde están los niños? ¿Trent? ¿Thomas?, ¡¿Trent?! ¡¿Thomas?!... mi desesperación no me dejó darme cuenta de que no estaba en la casa de los Turner, ¿dónde estaba?, ¿Dónde estoy ?...

Me detuve a mirar el lugar donde estaba parada, observé a mi alrededor, es una habitación como de una niñita, muy arreglada, al parecer era de la princesa de la casa; no quise mirar mucho, ya que como comprenderán, quería irme de ese lugar y buscar a los niños.

Corrí a la puerta, Salí de esa habitación para encontrarme con un pasillo largo, en las paredes se veían marcas, como si hace tiempo habían pequeños marcos colgados ahí, seguí caminando despacio hasta que terminara el pasillo, tenía miedo que alguien me descubriera porque mi estómago rugía muy fuerte, al final del pasillo se encontraban unas escaleras de madera, muy elegantes, como las de la casa de campo de mis padres, bajé cuidando de no hacer ruido. Como toda casa de madera antigua, es de esperarse que hagan sonidos que te delaten. Al llegar al final de las escaleras, noté que todas las luces estaban apagadas, no se podía distinguir casi nada, lo que me pareció raro, porque la habitación en la que me encontraba estaba muy iluminada, me acerqué a una de las ventanas y sí, como pensé, estaban bloqueadas con lo que parecía ser un muro de concreto, seguí buscando en cada ventana y era igual, las puertas, TODO, todo en esa casa estaba bloqueado, era como un fuerte, nada entraba o salía de ese lugar, pero, es imposible, porque de alguna manera yo estoy aquí.

Me percaté que en el aire había un aroma delicioso, lo que alteró aún más mi estómago, busqué la cocina a ver si salía de ahí, tomé un candelabro de esos antiguos que había en una mesa, le quité las velas y lo empuñé como mi arma fiel. Caminé siguiendo el aroma, hasta ver una luz, la única parte de la casa abajo que tenía luz, apreté mi protección y seguí adelante, temblando más que un chihuahua, miré desde un costado dentro de la cocina, para asegurarme si había alguien ahí, pero no, estaba vacía, entré más confiada y pude notar que el aroma venía de la mesa que estaba en la amplia cocina, había algo tapado y una nota adjunta.

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⏰ Última actualización: Dec 05, 2022 ⏰

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