Había una vez una niña llamada Ana que temía mucho a la oscuridad. Cuando se hacía de noche, siempre le pedía a su mamá que dejara la luz encendida, pues tenía miedo de los monstruos que vivían en aquella casa. Un día sus padres decidieron mudarse de la ciudad y la pequeña tuvo que despedirse de todos sus amigos de la escuela y de su antigua habitación. ¡Estaba tan triste! Pronto su tristeza se esfumó al ver su nueva casa, tenía una gran habitación en la cual podría jugar. ¡Incluso había mucho más espacio y tenía estrellas que brillaban en la oscuridad! Pero la grandiosa habitación tenía un problema y era una enorme ventana en frente a su cama. Ya no temía a los monstruos de su antigua casa, porque se habían quedado allí, pero esta nueva casa tenía algo aún peor: Unos demonios en su ventana. Ana estaba segura de que era unos demonios espeluznantes, porque en las noches podía escuchar sus afiladas garras rasgar en el vidrio de la ventana. También podía escuchar sus graves voces, rugiendo su nombre, eso lo hacía imaginar temibles colmillos. Sus aleteos eran apagados y ruidosos, por lo que seguramente también estarían cubiertos de pelos enmarañados. La pobre niña siempre echaba las cortinas de la ventana antes de dormir, así los demonios no la verían ni entrarían para comérsela durante su sueño. Su mamá incluso le había regalado un estor muy grueso para tapar la ventana por completo y que pudiera dormir en paz. A pesar de tan útil regalo, ella no la creía, solo se reía y le enseñaba la ventana y sus vistas a la calle. ¡Pero solo lo hacía de día! Ana sabía que los demonios se ocultan de la luz porque los puede convertir en polvo. Pero una noche, Ana no despertó por los gruñidos y aleteos de los demonios, sino por sus llantos.
-Ana ¿Por qué sois tan malos conmigo? Le preguntaba a los demonios.
La niña estaba segura de que era una treta de los demonios para engañarla y comérsela, pero el llanto le estaba llegando al corazón y le llenaba los ojos de lágrimas ¿Y si de verdad la mala era ella por cerrar la ventana? Armándose de valor, vistió sus pantuflas, subió el estor de la ventana y con un gran suspiro la abrió. Fuera no se encontraba unas feroces criaturas. Solo unos pequeños demonios peludos, con colmillos y garras afiladas, como un gato, o tal vez un tigre. Ana sonrió a los demonios, porque sus ojos eran oscuros y redondos, como los de un osito de peluche, nada que tuviera los ojos de un peluche podría lastimarla.
-¿Por qué no nos dejabas entrar? -preguntó los demonios con lágrimas en los ojos- ¡Solo queremos hablar contigo! -Pero gruñíais todas las noches para comerme -respondió la niña. -No, jamás podríamos comerte. Nosotros solo queremos contarte algo. Contarme con afán lo que tanto deseáis. -contesto Ana.
Los tres demonios dejaron de llorar y sus caras se tornaron algo más serias. -me presento querida, no sabes quiénes somos, pero te conocemos. Soy uno de los tres demonios que te fueron asignados al nacer y por eso estamos aquí presente. Usted ve, que algunas personas en este mundo están destinadas a la grandeza, destinadas a vivir vidas felices y satisfactorias.Estamos aquí Ana porque Usted, me temo, no es una de esas personas, y nuestro trabajo es asegurarnos de eso.
¿Quiénes somos? Oh sí, por supuesto, qué grosero de mi parte.Además, permítame presentarle: la vergüenza es mi hermano menor, el demonio en su hombro izquierdo. La vergüenza te dice que eres un bicho raro; que aquellos que piensas que tienes no son normales; que nunca encajarás.La vergüenza te susurró al oído cuando tu madre te encontró orinada cuando eras niña, la vergüenza es la que te hace odiarte a ti misma.
Miedo se sienta en su hombro derecho. -Él es mi hermano mayor, tan viejo como la vida misma.También el miedo llena cada rincón oscuro con monstruos, convierte a cada extraño en un asesino Y El miedo te impide decirles a tus propios Padres cómo te sientes. Él te dice que es mejor no intentar, que es mejor dejar que la gente te vea fallar.El miedo te hace construir tu propia prisión.
¿Quién soy yo, entonces? Soy el peor de tus demonios, pero me ves como un amigo. Te vuelves hacia mí cuando no tienes nada más a lo que aferrarte, porque vivo en tu corazón. Yo soy el que te obliga a soportar. El que prolonga tu tormento. Sinceramente, esperanza

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Vergüenza, Miedo, Esperanza.
Короткий рассказAna es una chica que todavía esta aprendiendo de sus emociones, de sus demonios. su vida dará un giro de 360 grados cuando esos mismos demonios internos se presenten uno por uno ayudarla.