El Viejo Alegre De Traje Rojo 🎅

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- ¡Lily eso es una tontería!¡ ¡Él no es real! - Exclamó un Severus Snape de alrededor de diez años. Enfrente de él había una pequeña niña pelirroja de la misma edad que el niño.

- ¡Sí lo es Sev! - Replico la niña mientras seguía escribiendo con su bolígrafo en lo que parecía ser una carta.

- ¿Cómo lo sabes? ¡Jamás he visto a ese viejo de traje rojo! - Le interrogo frustrado, llevaba media mañana tratando de convencer a Lily de que dejara de escribir en ese papel y salieran a jugar en la nieve, pero ella se negaba diciendo que era muy importante terminar su "carta".

-Sev, ya te dije que se llama Santa Claus, y no lo puedes ver porque él no se deja ver. Llega en la noche a tu casa y te deja regalos. - Le explico la niña por tercera vez en esta mañana.

- ¿Pero por qué no se deja ver? ¿Acaso es mago y puede hacer magia para aparecer los regalos? - Preguntó el niño con curiosidad.

-Pues... Se podría decir que sí. Escucha, si tu intentaras verlo, Santa no te traería ningún regalo, ¡Por eso nadie quiere descubrirlo! - Le explicó pacientemente. A Lily le daba ternura la curiosidad de su amigo, se notaba que jamás había escuchado de Santa Claus, a pesar de que él vivía en el mundo "muggle".

- ¿Pero por qué a mí nunca me ha dado un regalo? Yo nunca he tratado de ver quién es. - Se quejo Severus con dolor. Lily miró al niño harapiento con tristeza, nunca le había gustado las condiciones en las él vivía, ni verlo pasar frio y que no tuviera alguna ropa decente y de su talla.

-Tal vez es porque nunca le habías escrito una carta. - Explico ella. - Si le escribes una, probablemente te visitará. - Lo animo. A Severus se le iluminaron los ojos.

-Si es que hago mi carta, ¿Una lechuza se lo entregará como entregan las cartas de Hogwarts? - Pregunto emocionado, siempre había soñado con tener una lechuza y poder mandar cartas a quien quisiera. Si es que alguna vez tendría más amigos aparte de Lily.

-No, no es así Sev... veo que te tengo que explicar lo que todo niño sabe sobre Santa Claus... ¡Tuney la música por favor! - Grito Lily en dirección a la niña que los espiaba a través del marco de la puerta.

Petunia refunfuño, pero le hizo caso a su hermana y se acercó a una vieja vitrola, coloco un gran y viejo disco, y el aparato comenzó a tocar una canción navideña.

- ¿Vas a cantar Lily? - Pregunto Petunia con voz burlona.

-No, solo quiero hablarles de Santa Claus y a la vez poder escuchar música. - Respondió alegremente.

Los tres niños se sentaron en la alfombra que Lily tenía en su habitación. Petunia mantuvo una distancia considerable, mientras que Severus se acercó más a Lily y espero pacientemente a que ella comenzara con su relato.

-Santa Claus es un anciano que siempre tiene una sonrisa en su rosado rostro. - Comenzó Lily acomodándose más en su lugar.

-Es un anciano alegre con un gran traje rojo, unas grandes botas negras, un gorro rojo con un cascabel y una blanca barba, muy larga. - Explico alegremente. Severus estaba muy atento a lo que la niña le decía, tratando de imaginarse cómo sería aquel viejo.

-Los niños le escriben cartas para que él pueda ver sus deseos navideños. Pero para que él pueda verlos, algunos dejan su carta en la estación de correos, otros la colocan en una media navideña, otros la colocan bajo el árbol de navidad. - Explico mientras señalaba su carta ya terminada.

-Él regala muchos juguetes tanto a niños como a niñas, de todas las edades, excepto para los adultos pues ellos ya no creen en él, por ejemplo, mi hermana y mis papás. - Dijo mirando con reprobación a su hermana. Petunia resopló.

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