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Que sea mentira.

Que me diga que lo recuerda todavía.

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Me perdí en una y mil sensaciones,  nuestros cuerpos desidieron.
Me volví una fanática de tu aliento, fueron tus labios mi encantamiento.

¿Entonces porque no te recuerdo?

Los goteos del lavabo con el tictac del reloj se coordinaron, un ritmo peculiar que acompañaba la mañana de un día soleado, según los pronósticos del tiempo

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Los goteos del lavabo con el tictac del reloj se coordinaron, un ritmo peculiar que acompañaba la mañana de un día soleado, según los pronósticos del tiempo.
Los carros de la metrópoli no se tardaron en despertar, era un domingo, ya sea para descansar o para una aventura encontrar. Un día que no debería terminar.

Sus párpados son los primeros en reaccionar, su piel se ha erizado y las sábanas blancas cubren la desnudez de aquella pálida mujer.
He de decir que sus ojos verdes agua hacen juego con cada gesto mañanero de su rostro perfilado, su cabello rubio platinado no está alborotado, podría afirmar que ha sido un ángel de la luna el que ha bajado a peinarla. Sus pestañas naturalmente remangadas chocan con sus cejas cuando abre los ojos.

La mirada de la mujer viaja hacia todas las esquinas de la habitación. Se sorprende por el par de copas a medio tomar que yacen en la mesita de noche. Se sienta y apenas se percata de que no posee ninguna prenda íntima. Sujeta la sabana para cubrirse el pecho para luego extender su otra mano hacia una de las copas. Mira y olisquea el contenido. Frunce el ceño al detectar el aroma restante del alcohol. Le pareció extraño, ella era del pensamiento de que embriagarse mata al cuerpo; pues suceden escenarios inexplicables como en el que se encontraba.

Dejó la copa de lado sintiéndose aturdida, la escena de la habitación la hizo temer, y más aún cuando no recordaba nada. Dedicó unos minutos a repasar el día anterior desde la mañana a las 7 am, hora en la cual salió a correr al parque. Pero su mente pareció bloquearse después de visualizar a un par de bellos ojos verdes esmeralda, y al mismo tiempo, el aroma de las guirnaldas de verano invadieron sus fosas nasales.

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