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Las dificultades de ser un idol eran tan numerosas que los dedos de los pies y las manos no bastaban

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Las dificultades de ser un idol eran tan numerosas que los dedos de los pies y las manos no bastaban. Los ensayos, las entrevistas, las colaboraciones, las dietas, eran muchas cosas que por poco dejan a Takemichi estancado en su cama. Era difícil, muy difícil llegar a ser reconocido y lograr las cosas que hoy ha conseguido por mero esfuerzo, sobre todo siendo un Omega que por cualquier mínimo error se abalanzan a recriminarle. Muchas veces a pensado en dejar todo y solo seguir con una vida normal, tener hijos y un buen Alfa del cual poder cuidar. Sin embargo, pensar en las consecuencias de abandonar una carrera tan grande como la que ha construido no es algo muy fácil y Hinata, por supuesto, se lo ha dejado tan claro como el agua todas las veces que le ha comentado dejar de cantar y componer.

Con un suave cantar afuera en su ventana, Takemichi se levanta apresurado de su cama. No había podido dormir en lo que había sido de la semana, su celo había pasado y las dificultades que llegaban después eran un poco complicadas. Sobre todo para alguien que no tiene quien le ayude. Con dificultad se mueve hasta el baño, su cabeza duele por la migraña y los temblores que lo recorren le dificultan el caminar.

Toma una ducha y frunce el ceño cuando el celular suena al otro lado de su habitación.

[¿Takemichi-kun? ¿Sabes qué horas son? Tienes una sesion de fotos en media hora]

—Buenos días para ti también, Hinata— Al otro lado de la línea, Takemichi oye como la mujer suelta un suspiro.

[...Lo siento, Buenas dias Takemichi, ¿cómo dormiste?]

—Muy bien.

[Que bueno. Ahora, te espero abajo. No tardes o me iré sin ti]

Takemichi solo sonrió—Está bien, está bien.

Dando finalizada la llamada, Takemichi prepara sus cosas y baja a la sala. Donde el refrescante olor de la comida recorre toda la casa. La ama de llaves, que es la única empleada con la que cuenta ahora debido a que hace poco su celo se calmó, estaba en la cocina moviéndose de un lado a otro buscando los instrumentos que le son necesarios en esos momentos. Takemichi con una amplia sonrisa se acercó, sentándose en el mostrador dejando su bolso cerca.

—Joven maestro, buenos días. ¿Cómo se siente después de su calor?—La mujer de una avanzada edad le tiende un plato con comida junto a la medicina que lo ayuda a calmarse, Takemichi nuevamente sonríe.

—Estoy bien, gracias por tu preocupación—La Beta sonríe, devolviéndole el gesto, haciendo que las arrugas en su rostro se marquen más de lo que ya están. Revuelve su cabello y hace una pequeña reverencia para seguir con sus deberes. En el silencio de la sala, Takemichi da un largo suspiro, sus días suelen ser solitarios a pesar de que muchas personas lo rodeaban. Era extraño de cierta forma, porque nadie parecía realmente preocupado por él, y aunque tenía a Hinata, que siempre estaba velando por su seguridad, lo sentía más como un deber por ser su manager. Akkun, que era su estilista, estaba tan ocupado que apenas y hablaban, claro que no los culpaba.

El Omega de Bonten [Resubiendo]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora