.Capítulo Uno.

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LA LLEGADA AL PUEBLO DE TORTILLALAND

Habían pasado ya un par de semanas desde que aquel joven de cabellos oscuros había puesto un pie por última vez en su pueblo natal, y no era que le molestara mucho la verdad, después de todo, este consideraba que todos sus habitantes eran unos idiotas, pero por alguna razón no podía evitar ponerse nostálgico.

Aquel muy bien conocido como "El Profeta", un hombre tan devoto como poderoso, había pedido personalmente que el muchacho de ojos cafés, llamado Drako, fuera transferido de la pequeña capilla de su pueblo 'Puerto Colombina', hasta la gran iglesia de un raro pueblo llamado 'Tortillaland', el cual estaba realmente lejos, o como diría el joven moreno "Está a tomar por culo".

Una vez el joven ojimarron llegó, al dichoso "Tortillaland", pudo confirmar que tanto los habitantes como el lugar en sí eran realmente extraños.

En honor a su llegada el Profeta hizo una misa.

A espera de que los pueblerinos llegaran, el hombre mayor comentaba como la gente de los pueblos debía llegar en un tiempo estrictamente dado o se someterían un castigo, castigo el cual el recién llegado debía encargarse de ahora en adelante. Esto al joven le parecía lo mejor, puesto que, a su parecer, llegar tarde a una misa es una total falta de respeto.

Uno a uno la gente fue llegando, unos más apurados que otros con un "Buenas tardes señor Profeta", otros con un "Como está Profeta", "Profeta mi casita" y uno que otro con algo como "Me he tenido que devolver del quinto coño, hijoputa" para posteriormente recibir un rayo como respuesta, pero al final, todos se sentaban en las bancas de la iglesia con una cara de cólera y resentimiento.

Sin duda alguna, todos sabían que él era un hombre totalmente poderoso, así que, por ello, no desacataban ni una sola orden, incluyendo al joven que se encontraba parado en todo momento al lado del mismo.

Una vez llegado el tiempo dado a su fin, el Profeta dió una breve presentación a quien a partir de ahora sería el más fiel de sus borregos.

—Os presento a Drako, a quien a partir de hoy conoceréis como mi mano derecha, respetarle tal y como me respetais a mí, ya que de lo contrario pagareis las consecuencias— Advirtió el Profeta

Y sin más que agregar, la misa dió inicio. Esta ya se encontraba a la mitad para cuando el joven ayudante del Profeta se percató del alboroto entre las últimas bancas de la iglesia.

Tal resulta que había un pueblerino que no había llegado a tiempo, este portaba una bata de laboratorio y un cabello largo y rizado hasta los hombros, unos hermosos ojos verdes y una leve barba adornando su rostro, pero estas cualidades se veían opacadas por su aspecto desaliñado y el montón de hollín que cubría tanto su cara como cuerpo, incluso, su cabello estaba levemente chamuscado al igual que partes de su ropa. Este mismo intentaba ser lo más cauteloso posible para no ser notado, fallando en el intento, sus compañeros no eran precisamente silenciosos o discretos.

A pesar de la distancia, se lograba oír perfectamente lo que murmuraban.

—¿Dónde diablos estabas metido? No llegas tarde, lo siguiente— bromeó Kajal

—Shh, calla, ya lo sé— dijo con algo de molestia Zorman

—Ostia, Zorman, que te ha pasao'— preguntó confuso Auron

—Que te calles, coño—  calló el científico con inquietud

—Jajajaja miamol ¿Dónde- hombre, ¿Dónde coño haz metido la cabeza? ¿En el horno?— interrogó levemente pasmado Imantado

En ese momento la voz del profeta cesó dando paso a un estruendo, el cual fue provocado por el bastón del anteriormente mencionado contra el suelo. Una vez el eco del bastón contra el suelo terminase, empezaron a retumbar truenos a su alrededor dando paso a los relámpagos.

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⏰ Última actualización: Jan 22, 2023 ⏰

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