Ecdisis

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Ecdisis: La palabra hace referencia a la muda de piel que realizan algunas especies

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Era una noche clara y despejada en Yúnshēn Bùzhīchù. Lan WangJi detuvo sus pasos un momento, sosteniendo con cuidado la bandeja llena de comida que llevaba —podría haberle pedido a algún discípulo que lo llevara, pero encontraba demasiada alegría y satisfacción en atender él mismo a Wei Ying como para privarse de esto. Dirigió su mirada al cielo. Realmente era una noche particularmente hermosa, no se veía una sola nube y el manto nocturno estaba salpicado de un sinfín de estrellas. La luna en cuarto creciente brillaba generosamente, iluminando su camino.

Aún no lograba deshacerse del todo de esa sensación. La sensación de que estaba viviendo algo irreal. Él siempre se había caracterizado por ser una persona centrada y realista, no era propenso a ensoñaciones ni quimeras. Pero aún así, tener a Wei Ying a su lado después de todos estos largos e interminables años era...

Era como un sueño.

Soltó un pequeño e involuntario suspiro, disfrutando de la quietud del ambiente. En una noche como esta, era casi increíble pensar que unos meses atrás habían estado peleando por su vida en el templo Guānyīn. Lan WangJi reanudó su camino hacia el jingshi, por los silenciosos pasillos de madera del lugar, con su calmo y solemne andar.

Cuando entró a la habitación todo estaba tenuemente iluminado por la luz de las velas. Y ahí, sentado en medio de la cama, estaba su Wei Ying, esperándolo. Justo como había deseado (ansiado, codiciado) por tantos años. Su cabello suelto se deslizaba en una suave cascada que bajaba por sus pálidos hombros semi desnudos. La oscura túnica interior colocada de forma tan descuidada que dejaba poco a la imaginación. Lan Zhan estuvo a punto de tropezar, pues se había visto incapaz de alejar la mirada de las relucientes y brillantes medias lunas que eran sus ojos. Esto no era una ilusión. Era él, estaba aquí. Real y tangible. Tan suyo como siempre anheló.

—¡Lan Zhan! —exclamó Wei Ying, saltando de la cama. Sus largas y blancas piernas iluminadas por el brillo dorado de las velas. Lan WangJi tragó en seco—, te estaba esperando.

—Lamento la demora —respondió él, mientras se sentaba y acomodaba los pequeños platos de la cena y la bebida sobre la mesa.

Wei WuXian rió y se dejó caer sobre uno de los cojines. Abrió la jarra de sonrisa del emperador que Lan WangJi colocó sobre la mesa y comenzó a servirlo.

—Lan Zhan, consientes demasiado a tu esposo. ¿Estamos celebrando algo?

—Mn —Lan WangJi, de una forma sorpresivamente inusual en él, levantó su jiǔ bēi y esperó a que Wei Ying hiciera lo mismo. Estaba... estaba brindando—. Hoy se cumple un año desde que regresaste... desde que... que nos encontramos de nuevo.

Lan Zhan observó hipnotizado como el hombre frente a él parpadeaba un par de veces. Quizá él (al igual que Lan WangJi), aún sentía el peso del pasado demasiado a flor de piel. Quizá para él también era difícil dejar todo el dolor atrás. Pero este día era especial, podrían dejar las heridas de su pasado afuera, para que la brisa de la noche se las llevara. Hoy sólo existían ellos dos, juntos por fin, después de tanto tiempo. Lan WangJi le sonrió, de forma muy ligera y suave, mirar a su esposo llenaba su corazón. Y Wei WuXian dejó a un lado su expresión ausente para soltar una risa cantarina, como si la sonrisa de Lan WangJi fuese un remedio capaz de lavar las tristezas y diluirlas hasta que de ellas poco o nada quedaba.

Ecdisis [WangXian]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora