I.

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Tomaba su café mientras observaba como la lluvia caía por la ventana, dejando gotas grabadas en la misma. Veia a la gente correr con sus paraguas, pero eso lo ignoraba, solo se concentraba en el sonido de la lluvia y como está caía mojando las calles a su paso.

Una pequeña sonrisa estaba grabada en sus labios, indicando que estaba alegre, para cualquier persona, un día lluvioso es lo peor; no poder salir y tener que estar todo el día adentro es agobiador, pero para ella, era algo maravilloso; disfrutaba del sonido, y de estar adentro, la lluvia era algo de suma paz para alguien que siempre está estresada por la universidad, le da tranquilidad, y eso lo amaba.

—— ¿Otra vez está mirando la ventana? ——pregunto cierto rubio con interés observando a la joven.

—— Eso parece ——contesto su amigo pelirrojo también observandola.

—— Oigan ustedes dos, ya pónganse a trabajar, las mesas no se limpian por si sola—demandó el rubio de ojos carmín a sus dos compañeros.

—— Lo lamentamos, ahora vamos, ¿Verdad Kirishima? ——codeo a su amigo en busca de una afirmación, pero él estaba perdido en el perfil de ella.

Al notar que era llamado volvió a la realidad——, ¿Eh? Si, si, ahora vamos ——la miro por última vez y se dirigió a limpiar las mesas.

Ella termino de tomar su café, se coloco su abrigo y se fue. El pelirrojo se dirigió inmediatamente a su mesa a recoger su taza, pronto noto que había olvidado su bufanda, la tomo y la examinó, la voz de su compañero lo saco de sus pensamientos.

—— ¿Olvidó su bufanda? ——pregunto señalando la tela.

—— Eso parece ——contesto él—— se la daré a Yaoyorozu para que la guarde, podría volver y preguntar por ella.

—— Kirishima, viene todos los días. Excepto los días que cerramos, lo cual, es nunca ——el colorado rio por el comentario de su amigo, pues tenía razón, no había un solo día en el que ella no fuera.

Antes de seguir con la limpieza, le entregó la tela a su compañera Yaoyorozu, la guardo en un cuarto donde tienen más de una prenda que la gente se ha olvidado y jamás reclamo, de seguro la chica volvería para reclamarla al otro día.

Una vez ese tema arreglado ambos jóvenes se pusieron a limpiar pues no querían otro regaño por parte del de ojos carmín. Kirishima no sacaba de su mente a la chica del café, así le había puesto dado que no sabía su nombre. Todavía recordaba la primera vez que fue, era un jueves por la mañana, él mismo fue quien la atendió, ella miro el menú y pidió un café con leche para llevar, desde ese día ha ido sin falta, así llueva y truene ella siempre va. Casi siempre los días soleados lleva un libro para leer, a veces una computadora y los días como ese, de lluvia, nada, solo mira la ventana. Kirishima se sabía de memoria que iba pedir, cuando la veía entrar con un libro ella siempre pide caffè crema, cuando entra con una mochila de colegio se pide un espresso lungo, y los días lluviosos pide un café americano, o también está la opción de los días soleados, que viene sin absolutamente nada, lo cual no pasa siempre, por lo general es en las mañanas de días de semana, ella pide un caffè latte para llevar.

Sabe en qué lugar se sienta dependiendo del día y del lugar que haya desocupado. Si es un día cualquiera, así lleve un libro o la computadora se sienta contra la pared, casi al fondo, en cambio los días lluviosos le gusta sentarse al lado de la ventana, así puede apreciar la lluvia de mejor ángulo.

Luego de ir tantas veces, Kirishima se aprendio su horario. Ella tiene clases de las 7 de la mañana a 2 de la tarde, luego en la tarde a eso de las 6 o 7, vuelve, por lo general con un libro, pero hay días que sale a las 2 y viene directamente al café, junto con sus cosas de colegiatura.

𝑳𝒂 𝒄𝒉𝒊𝒄𝒂 𝒅𝒆𝒍 𝐶𝑎𝑓𝑒Donde viven las historias. Descúbrelo ahora