Migajas.

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Caminando por la calle iba un gran pan sumido en su propio mundo de fantacias, ajeno a todas aquella extrañas mirada que lo seguían; despreocupado de a dónde pudiese llevarlo el camino, cuando doblo la esquina un pequeño niño hambriento quedó frente a él, mirándolo con suplica y dolor, no había intriga en sus ojos, no había miedo ni repulsión; el pan, viendo aquel pequeño ser con las costillas marcadas se lleno de compasión, tomó un trozo de su cuerpo, y se lo entregó, el pequeño lo miró con emoción y devoró con avidez ese pequeño manjar, cuando hubo terminado se acercó al pan, lo envolvió entre sus brazos en un cálido abrazo; tomándole la mano lo dirigió entre avenidas y calles hasta llegar a una casucha de laminas y cartón, entró y encontró a una viejecita triste y delgada rodeada de siete niños con la misma mirada suplicante de ayuda; se dio cuenta que había llegado al final de su camino, se acercó a la anciana, la abrazó y dedicó una cálida sonrisa a cada uno de los pequeños y acercándose a la mesa se recostó.

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⏰ Última actualización: May 13, 2015 ⏰

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