Quatre

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El ejemplar del mes de febrero de la revisa GQ se encuentra en la mesita de la sala y me acerco como abeja a la miel, ya que Marc no me ha querido mostrar las fotos que le han enviado desde la revista hace semanas, dice que estoy algo loca y temía por mi reacción en público.

Es un aguafiestas. Ya sabía que yo estaba loca desde que me conoció. Ahora que estamos casados no iba a ser menos.

Casados... Diablos, llevo más de un año siendo su mujer bajo todas las leyes posibles y aún no me acostumbro. En fin, a lo que iba.

Tomo en mis manos el dichoso ejemplar y silbo con la portada.

— San Benito que bueno que está mi esposito... – no sé ni cómo soy capaz de no chillar como la loca que soy, porque el idiota está como quiere. Uf que buena mano tengo señores.

Me emociono al ver a Marc con el mono abierto en primera plana, y mis hormonas, que en este momento del mes son un jodido desastre producto de mi menstruación, se revolucionan por completo. Si tan solo no me sintiera tan incómoda teniendo sexo mientras sangro por allá abajo, le saltaba encima. Si señor.

— Preciosa, ¿me hablaste? – el castaño se asoma desde el jardín, lleva puesta una camisa de leñador abierta, sobre una camiseta blanca que amo como le queda. El pantalón oscuro y las zapatillas negras completan el outfit y le sonrío estirando mis brazos en su dirección. Puede que no vaya a tener relaciones hoy, pero si que me provocan mimos en estos días del mes. Marc mira lo que tengo en mi mano derecha y sonríe divertido – asique ya la viste.

— Serás desgraciado, lo hiciste a propósito ¿verdad? – hago un puchero cuando sus brazos rodean mi cuerpo y recibo con gusto el beso que deja en mis labios. Succiono suavemente el labio inferior de mi esposo arrancándole un suspiro.

— Amor... no me tientes... que intento controlarme por decisión tuya – deja mis labios para besar mi frente con cariño. ¿Cómo hago para no derretirme con este hombre?

— Eres un aguafiestas Marc, ahora por menso te toca aguantar mis reacciones a la revista – suelto un chillido de emoción tirando de él al sofá. Ambos nos recostamos en el mueble, acomodándonos para quedar con mi espalda sobre su pecho – Solo he visto la portada y ya estoy babeando por el modelito en ella – llevo mi mano a su pierna de manera inconsciente y solo me percato cuando la mano de mi chico toma la mía.

— Me alegra que te guste el modelo de la portada, preciosa, porque es todo tuyo – su voz es baja sobre mi cuello, causando un escalofrío que me hace remover tragando saliva. Un quejido se escapa de la garganta de Marc – Sofi, no soy de hierro.

— Y aun así estás durísimo, cariño – me volteo a guiñarle un ojo y me separo un poco para que se acomode lo mejor que pueda. Muerdo mi labio al ver su sufrimiento en el rostro – está bien, está bien, ahora si me comporto... – eleva una ceja con incredulidad – ugh, eres despreciable. Si sabes que me encanta toquetearte Márquez, además, no sé de qué te quejas.

— Mierda Sofi, no me hagas esto... tu misma dices que nada de sexo mientras estés menstruando – su mano va a mi abdomen bajo, acariciando suavemente aquella zona que siempre me duele en estos días del mes.

— Bien, no seguiré insistiendo, pero no me pidas que controle mis palabras porque es la única vía de liberar lo que me provocas – volteo a robarle un beso y me vuelvo a acomodar abriendo la revista en donde aparece la entrevista a mi hombre.

Mis ojos se deslizan por las palabras al inicio, donde hablan en general del mono y de la pasta de la que están hechos los pilotos. Marc toma el móvil en silencio y me da mi tiempo para leer. Sé que ya ha leído la entrevista, asique ni me molesto en esperar a que él lea.

Maybe it's you - MM - Capítulos PerdidosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora