Lo que pasa en los vestidores, se queda en los vestidores

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Escuchó a la lejanía las quejas y abucheos por parte de aquellos que minutos atrás le regalaban gritos de aliento, que, junto a sus compañeros, le daban un poco de esperanza de salir victorioso de aquella difícil prueba que el destino había elegido para ellos.

Le parecía un momento completamente irreal y sentía su conciencia perderse entre un imaginario silencio en su propia mente, lejos de aquel desafortunado escenario que en su camino marcaba una delgada línea entre el éxito y el fracaso.

Llevó sus manos hasta la cabeza, enredando entre sus dedos los alborotados rizos de su cabellera, aprovechando para limpiar un poco el sudor de su frente, pero también para agachar levemente su mirada, intentando esconder aquellos terribles sentimientos que lo invadían en ese momento.

Igual que sus compañeros, al jugador mexicano no le quedó más opción que hacer los honores correspondientes tras finalizar el encuentro, ansiando llegar pronto a los vestidores para deshacerse de todas esas miles de miradas que parecían querer asesinarlo desde la distancia.

Para su fortuna, no pasó mucho tiempo para que por fin pudiera abandonar aquel campo de juego que se había convertido en una de sus peores pesadillas, llegando a los vestidores, donde podría tomarse unos minutos de paz antes de recibir los reproches del técnico de su equipo, el viejo pero experimentado 'Tata' Martino.

— Ánimo, 'Memo', sólo fue una piedra en el camino, todavía tenemos 'chance' de ganar el siguiente encuentro. —exclamó uno de los jugadores más jóvenes del equipo, Uriel Antuna, dándole a Ochoa una palmadita en uno de sus hombros.

Guillermo volteó hasta encontrarse con los ojos del más joven, cuya mirada, a diferencia de la suya, irradiaba esperanza, dedicándole una triste sonrisa que intentaba no desalentar a quien alguna vez había sido su admirador.

— Tienes razón, Uriel, aún tenemos 'chance'.

Intercambiaron sonrisas antes de separarse y dirigirse a sus respectivos lockers para buscar ropa limpia antes de dirigirse a las regaderas.

Sin embargo, antes de que pudieran siquiera disponerse a sacar sus pertenencias de los lockers, los jugadores mexicanos fueron sorprendidos por la visita de sus rivales.

— Oigan, la verdad es que fue un juego difícil. —dijo Enzo Fernández quien había protagonizado uno de los dos goles que habían significado la derrota para México— Fue genial jugar contra ustedes.

— Lamentablemente no tuvimos oportunidad contra ustedes. —expresó Hirving Lozano que, durante el partido, falló en más de una ocasión al intentar meter el balón en la cancha — Parece que aún nos falta bastante.

— Bueno, gran parte de nuestra victoria es gracias a Messi, ese gol nos animó bastante a continuar. —agregó Paulo Dybala acercándose a su famoso compañero— ¿Cierto Lionel? Sin ti y toda esa gente que te apoya, no sé qué hubiéramos hecho.

— Je, bueno, creo que fue sólo algo de suerte. —exclamó Messi un tanto apenado por los halagos de su compañero— Mexicanos, ustedes lo hicieron increíble y espero que puedan recuperarse en el siguiente encuentro.

— ¡Así será! —gritó Antuna bastante animado al verse rodeado de las figuras que tanto admiraba y que años atrás le parecían inalcanzables.

— Bueno, vamos a ducharnos que hay que seguir con los festejos del evento. —indicó Fernández llamando a sus compañeros para seguirlo a sus camerinos, mientras los mexicanos también tomaban sus cosas para dirigirse a las duchas, a excepción de uno.

— ¿No vienes 'Memo'? —preguntó Lozano al ver al arquero de su equipo sentado en una de las bancas y bastante lejos del resto.

—Adelántense ustedes, quiero estar un momento a solas para recuperar un poco el aliento, aún estoy algo agitado por el juego, ¿está bien?

Lo que pasa en los vestidores, se queda en los vestidoresDonde viven las historias. Descúbrelo ahora