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19 y 15 años.






Los días lluviosos eran sus días favoritos, le encantaba ver la lluvia caer por su ventana o salir a su terraza sintiendo el golpe del viento turbulento agitar con fuerza su cabello y su corazón.

Cuando iba al colegio en días lluviosos no solía llevar paraguas por más que su madre le regañara alegando que se iba a resfriar mojándose así, a él nunca le importó mojarse con la lluvia.

Y lo que más le gustaba a Hyunjin era ir a su jardín favorito donde se detenía un momento en las mañanas antes de entrar a clases para dibujar un poco, le gustaba quedarse bajo una caseta mientras llovía y él dibujaba tranquilamente. Por eso a veces llegaba tarde a la escuela, se le iba el tiempo tan fácil mientras se sumergía en su pequeño mundo.

Esa mañana estaba lloviendo también.

Salió con su mochila al hombro, un suéter azul con gorra y una botella donde se había preparado café con leche que iba tomando de tanto en tanto en su caminata. Como siempre, llegó a su jardín favorito pasando por el camino de piedra que ya se conocía de memoria hasta acercarse a su caseta donde se sentaba en silencio y sacaba su cuaderno de dibujo.

Podía escuchar las gotas de agua cayendo una a una, resonando en todo el planeta tierra y acompañando el sonido de la lluvia también lo hicieron unos pasos que se acercaban a él.

Levantó su rostro curioso, no era muy común que las personas llegasen a esos jardínes en épocas de lluvia, también sabía perfectamente que ese lado del jardín era de por sí poco concurrido así que alzó una ceja cuando un muchacho caminaba por los senderos sin paraguas alguno dejando que la lluvia lo empapara por completo, no parecía molestarle realmente ese detalle. Tampoco parecía que se hubiese dado cuenta de su presencia sino hasta que estuvo a la par de la caseta y sus ojos se encontraron.

Hyunjin sintió casi un escalofrío cuando sus iris conectaron con los contrarios, parecía ser un chico joven, muy joven pero no tanto como él, quizás iba a último año de escuela, pero aquellos ojos cargaban con lo que parecía ser el peso de varios años vividos.

Se quedaron viéndose por varios segundos, quizás analizándose el uno al otro hasta que el chico apartó su mirada para posarla en el cuaderno del azabache donde se apreciaba un dibujo a medias luego volvió su vista al joven.

— Dibujas muy bien —fue lo que dijo— ¿Puedo ver?

Era sin dudas una situación muy extraña, era la primera vez que veía a aquel chico y éste parecía hablarle como si ya se conocieran de alguna forma, un chico de 15 años como él no debería de hablar precisamente con extraños y tomar varias precauciones si alguien se le acercaba, sin embargo se vio a sí mismo asintiendo mientras alzaba su cuaderno para que el extraño lo tomase.

El chico de cabellos grises, aparentemente teñidos, entró entonces a la caseta chorreando agua de sus ropas y cabello dándoae cuenta de sus manos húmedas justo cuando estuvo a punto de tocar las hojas del cuaderno con sus dedos.

— Oh, perdona —se apresuró a decir apartando las manos y sacudiéndolas en el aire en un intento de secarlas.

Hyunjin ladeo su cabeza como un cachorro curioso colocando el cuaderno a un lado para buscar entre las cosas de su mochila encontrando así servilletas arrugadas que le tendió al extraño.

— Ten —le ofreció.

— Ah si, gracias.

Tomó las servilletas intentando secar lo más que pudiese sus manos guardando el papel húmedo en el bolsillo de su sudadera al percatarse que no había basurero cerca.

Dile que lo amo [Hyunho]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora