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Pasó el tiempo, y después de tantos años papá agarró valor para encontrar a mi madre, es verdad que tardó, pero lo consiguió, ahí aceptaron formar una nueva amistad, mas cupido tal parecía tenía otras intenciones, pues ambos cayeron bajo el encanto de sus flechas.

Empezaron a salir, disfrutando cada momento juntos, adorando estar el uno con el otro, y llegó aquel día, el día en el que papá le propuso matrimonio a mi madre, por obvias razones, ella emocionada aceptó, prometiendo estar juntos hasta que la muerte los separe, pero vaya, eso sí que fue muy pronto.

A los meses nací yo, sin tener oportunidad de conocer a papá, el cual murió antes de yo llegar a este putrefacto lugar.

Mamá me contó miles de historias, al igual que mi abuela paterna, contándome toda la verdad del accidente que acabó con la vida de papá, pero querido lector, ambos sabemos que ese todo no llega ni al casi.

Intenté entender lo que era un padre, o cómo sería el tenerlo, claramente no logrando aquello, realmente no buscaba a alguien que lo pudiera reemplazar, solo era un poco de curiosidad, un capricho, diría yo, o eso diría mi yo pequeña, mi yo de primaria.

Encontré viejas fotos, pero aún me faltaba información, y por más que intenté, no logré encontrar videos, cartas o lo que sea que hacen las típicas parejas y las guardan de recuerdo, pero regresando a las fotos, en todas lograba ver a mi padre, comparándome con él, teníamos un gran parecido, llegando al punto de pensar en ser su reencarnación, extrañando su viejo cuerpo, tomando así el mío, solo para seguir a un lado con mamá.

A los cinco años mamá decía que mi padre estaba en un lugar mejor, feliz, y aunque yo no pudiera verlo, él a mí sí, sintiéndose orgulloso de su pequeña, y para ser honesta, jamás creí en eso del cielo y el infierno, solo pensaba que al morir nuestros cuerpos quedaban encerrados en un lugar vacio, oscuro, completamente solos, perdiendo la cordura, quedándonos encerrados por la eternidad, pero también tenía otra teoría, la reencarnación, siendo yo un claro ejemplo de eso, siempre estando segura de mis creencias, sin interés de respaldarlo con más palabras, solo creyendo, poniéndome de ejemplo y ya, puede sonar tonto, hasta para mí suena así, pero no busco complicarme la vida con eso, al menos no todavía, primero quiero enfocarme en otros temas, como el verdadero desastre que llevó a mi familia a actuar tan extraño, si es que se le puede llamar así.

Aún recuerdo cuando colocaba una foto de papá frente a mí, imaginando el estar hablando con mi querido creador, logrando ver una conexión, extrañamente sintiéndo un profundo dolor en mi corazón, aguantando las ganas de llorar, y realmente no le encontraba tanto sentido al principio, pues nunca lo conocí, pero de todas formas, dolía, dolía el saber que jamás tendría un padre, y que jamás podría conocer a mi verdadero padre.

Mamá nunca pensó a fondo en volver a casarse, y ahora, a su actual edad, casi a los sesenta, lo sigue pensando, pero ya lo creo poco probable, y conociéndola, mejor dicho, imposible.

A mi progenitor le contaba unas cuantas pocas cosas que pasaban en mi vida, no era una persona muy abierta, tan solo esperando que estuviera feliz por mí, viéndome crecer con una sonrisa en su rostro, aplaudiendo por mi logros que mamá jamás notó, esperando que realmente pudiera verme, esperando ser suficiente para él, evitando sentirme jodidamente triste, ignorando todo el dolor que aquello me causaba, dolor que aún con el tiempo no lograba curar, aunque al pensarlo con claridad, él estaba dentro de mí, o fusionado, algo así, por lo que, lo más lógico que podría decir, es que sí, el hasta vivió todo lo que yo logré.

Al final acepté su pérdida, bueno mejor no voy a mentir, en el fondo, pocas veces, solo aclaro, me duele a cantidad de una chispa, mas con el tiempo, entendí que nunca tendré el amor de un padre, pero había algo que me causaba curiosidad, curiosidad proveniente de una pequeña sensación de dolor justo en mi pecho que no parecía querer curarse, esa sensación era de algo que mi mente robó.

Desde que yo recuerdo, siempre tuve algunos gustos bastante parecidos a los de papá, lo mismo con las cosas que odio.

Yo no soy esa niña perfecta, es algo duro en realidad, pero no puedo evitar el sentirme así, con la capacidad de elegir mi propio rumbo, pero preferí quedarme en mi pequeño mundo en el que anhelo estar, lugar que por sus características muchos me han o seguramente pronto me odiarán.

Tengo diferentes puntos de vista, algo complicados, incluso raros, ahí fue cuando me di cuenta que papá realmente me acompañaba, logrando saber que no soy solo parecida, no, en realidad, soy una copia casi exacta de él, digo casi por lo del género y un poco del físico, claro.

Todos mis pocos amigos son algo felices tal y como son, sin complicaciónes para encontrar su verdadero ser, mientras tanto, yo intenté arrancar las hojas de mi libro, pero alguien más controlaba la escritura,  tomando una ruta que ya había sido escrita mas nunca se llegó a terminar, siendo mi vida escrita por aquel hombre al cual sigo llamando padre. Logré abrir los ojos notando que estoy siguiendo exactamente el mismo camino que él, y no es tan fácil como muchos piensan, pues cada uno de los errores que papá llegó a cometer me tocó repetirlos, recreando su historia, queriendo acabar su libro conmigo, borrando la parte del accidente, y ya arruinó casi todo, hasta el punto de que es casi imposible el arreglarlo.

Aún queda tiempo, sé que si me esfuerzo lograré enseñarles que mi padre se ha ido de este mundo, hacerle entender a mi familia que soy su hija, que dejen de verme como aquel chico ojiverde de sus recuerdos, y sé que les duele, pero a mí también, estoy cansada de que me confundan con él, solo por querer ver más allá de mi realidad, viéndome obligada a firmar un trato con papá, dejando que su alma entre en mi cuerpo, dándole un nuevo juguete de carne y hueso para su legado continuar.

Padre estaba conmigo, mas nadie lograba verlo separado de mí, era su reflejo el que veían, pues estaba dentro de mi cuerpo, usándolo a su gusto para poder ver de nuevo a aquellos que tanto amaba, y por más que rezaba mi cuerpo no lograba dejar, él sería una parte de mí, para siempre, sinceramente no entendía, pero luego, una chispa llegó, alumbrando otra alma en mi interior, sin darse cuenta que lentamente corrompía mi mente, así mismo destrozando mi corazón.

Mamá se aseguró de cuidarme, pero no realmente a mí, solo le importaba él, dejándome de lado mientras crecía, llegándome a afectar bastante, y peor fue cuando me contaron todo lo que mi familia pasó, dándome unas inmensas ganas de llorar, provocando que toda la culpa caiga en mí, quedando peor, gracias a que me dejé controlar por él, provocando que tanto mis heridas como la de mis seres queridos, conectados por un apellido y sangre, empeoren, volviendo a sangrar.

Fue duro para todos sus conocidos, lo sé, incluso me dan ganas de vomitar ante todo, pensando que sería buena idea comenzar a dañar mi interior, drogándome hasta colapsar y así no vuelvan a ver a ninguno de los dos.

En mis sueños y crudos pensamientos puedo ver recuerdos que no me pertenecen, regresando a Enero, cubierta de sangre y dolor, justo aquel día de su muerte, a un lado de su amigo, que tuvo mayor suerte que papá, logrando sobrevivir, y supongo a unos cuantos les interesa, así que les contaré un poco del suceso, no hay que preocuparse, será lo más resumido posible.

Papá, siendo el conductor, a un lado estando su buen amigo y compañero de trabajo, siendo justo ese día, ese maldito día, que alguien tenía que venir y arruinar todo.

Supongo algunos han visto las noticias o al menos escuchado que los trailers suelen tener muchos accidentes, ¿no?, pues aquí está involucrado uno, uno que venía a toda velocidad, perdiendo el control y chocando contra el vehículo donde mi progenitor y su fiel acompañante compartían un supuesto bello día, acabando con la vida de uno de ellos, desafortunadamente.

En los recuerdos que sin querer me robé, todos lo adoraban, como si fuera el mejor, podía oír el llanto descontrolado de los demás ante su pérdida, llena de celos por no tener ese amor, deseando poder recordar más.

Tiene ya más de diez años desde que esta tortura de mi familia empezó, sin embargo, lentamente se pierden algunas cosas, y como parecía por mi forma de expresarlo, yo solía odiar tener esos recuerdos no míos, pero ahora no puedo evitar odiar no recordar el pasado, odio ya no tener mucha información de aquel evento que nos llegó a dañar, al menos sigo conservando la cereza del pastel, como si fuera una pintura grabada en mi cerebro de ese horrible año, año que arruinó mi vida por completo.

PapáDonde viven las historias. Descúbrelo ahora