Primera parte.

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Era comprensible que sus castas se atrajeran uno a otro, Alfas y Omegas eran capaces de complementarse con rapidez. Lionel había tenido unos cuantos Omegas a lo largo de sus 35 años, definitivamente el más notable de ellos no había sido otro que Cristiano Ronaldo, el portugués era un Omega confrontativo, que solo develaba su fragilidad en contadas ocasiones, ello sumado al conflicto público entre ambos, poco a poco comenzó a derrumbar la tambaleante relación, cimentada sobre el deseo y los celos, no olvidaría jamás la última vez que hablaron.

—¿Te encuentras absolutamente seguro de esto? —cuestionó ante la firme voz del Alfa, quien había dado el primer indicio.

—¿Y qué querés que haga? —cuestionó acompañado de un bufido, que elevó su rostro, dándole como paisaje la pomposa cúpula de la mansión que compartían—. Esto no da para más, no quiero seguir así, nos hacemos mal.

Tampoco olvidaría la transformación en los atractivos rasgos del «Bicho», quien de la manera más altiva posible respondió.

—Jamás te lo perdonaré. —sentenció hundido en la rabia—. Jamás volverás a tener la oportunidad de tener a alguien de mi nivel.

La «Pulga» sabía que lo que realmente le dolía no era el hecho de que él diera por terminada la relación, no, el as portugués se había encargado de ocultar su casta durante años, principalmente por su posición en la cancha, pues por lo general los Omegas tomaban posiciones defensivas, mientras que los Betas dominaban el medio campo y los Alfas se destacaban en la confrontación y definición, por lo que su posición asignada solía ser la de delanteros.

El secreto a voces fue disuelto cuando a ambos pareció resultarles una buena idea el impulso de sus representantes y esponsors: eran la pareja perfecta. Pero mientras Cristiano disfrutaba de la sobreexposición, Lionel quien siempre se había mostrado algo reticente a los flashes y guardias de los paparazzis, no había estado del todo contento con ello...aquello sería una anécdota más de sus discrepancias.

Entonces...

¿Qué es lo que había sucedido aquel caluroso sábado bajo el cielo nocturno de Doha?

Siquiera el portugués, tan codiciado, había sido capaz de exhudar ese embriagador aroma, ¿cómo era posible?

Su gran habilidad era el resultado del arduo entrenamiento diario, el fútbol era su vida y vivía para el, por ello adjudicaba su indiscutible don a la intervención divina de Dios; era de los Alfas que no entraban en frenesí o abrumaban en plena competencia, jamás en un partido, la simple idea le resultaba imperdonable, como si le faltase el respeto al preciado deporte.

Sin embargo ante cada situación, cada que traspasaba el mediocampo...era como si el más exquisito de los aromas se extendiese a los largo y ancho del verde césped, colisionando directamente contra sus instintos más primitivos, no era otro más que Memo Ochoa quien desde el arco inundaba con su fragancia el espacio.

Por su parte el mexicano lejos estaba de hacer que sus feromonas se liberasen con la intención de "atontar" a su rival, pues confiaba plenamente en su habilidad bajo los tres palos, más bien estaba siendo consumido por los nervios y la presión, aquel no era un partido más, podía ser uno que catapultaría a su selección a los anales de la historia futbolística; no obstante, cada que el 10 argentino llegaba veloz como una saeta a su área chica, no hacía más que incrementar sus nervios, afilando sus instintos para mantener intacta la red a sus espaldas.

El arquero sabía que no era solo la habilidad innata de aquél que podría llevarlo a marcar, sino su aroma, el cual era tan identificable entre los demás, como si lo golpeaste e incendiase sus instintos. Realmente agradeció a sus compañeros y compatriotas la lejanía, pero no fue suficiente, no cuando el reloj marcó los fatídicos 19 minutos del segundo tiempo, cuando a pesar de su perfecta lectura no fue capaz de detener el balón que catapultó la apertura del marcador y el inicio de su declive.

Guillermo era un deportista aguerrido, con gran presencia en el campo, estaba por demás orgulloso de su casta, creía que le calzaba a la perfección y jamás renegó de ella, como tantos otros. Había demostrado estar a la par e incluso ser superior a otro Alfas, también se distinguía por ser metódico, se había preparado para aquel partido...estaba concentrado... entonces.

¿Qué había sido aquella reacción?

No era el simple hecho de que momentáneamente habían perdido aquel valioso punto, sino la corrida, la corrida que cada espectador y medio internacional quiso inmortalizar, el argentino había dejado una estela fatídica y deliciosa para sus instintos, que bramaban por acercarse al Alfa. Intentó disiparlo y concentrarse en sus compatriotas que ahora saldrían con ánimos renovados en busca de igualar los tantos e incluso generar ventaja, pero la albiceleste se había blindado en el medio, arremetiendo contra su arco, una y otra vez la presencia del Alfa llenaba la peligrosa área. Messi se veía ansioso por correr la pelota en cada pase, a sabiendas que no llegaría antes de que esta se perdiese tras la línea de la portería.

Memo mentiría si dijera que no se preocupó al verlo derribado a su derecha, su instinto protector se disparó alarmado, abandonando casi imperceptiblemente la dirección del balón, el cual sus compañeros rodaban en el lado contrario. Se viró hacia Lionel, quien se colocaba en pie con dificultad.

La reacción era exactamente lo que el argentino buscaba, el captar la atención del mexicano solo para él; por supuesto que estaba cansado, pero indudablemente ya no era solo una su misión en aquel lugar, ahora tenía dos por las que continuar, sabían que por su acción los medios fatalistas pronto iniciarían una campaña con el fantasma de las lesiones, cuando realmente solo estaba reponiendo aire, pero principalmente haciéndose notar por Ochoa.

Su interior gruñó de gusto cuando vio la enguantada mano extenderse en su dirección, Guillermo no supo de donde salió aquello, pero sentía la imperiosa necesidad de contacto aunque fuese indirecto, por parte del Alfa no fue suficiente, pues descendió su diestra hacia el trasero del más alto, procurando un tacto efímero que denotase claramente sus intenciones; y había resultado, pues Ochoa le devolvió el gesto.

—Tengo un asunto pendiente con vos, después del partido hay que resolverlo. —murmuró, haciendo acopio de su autocontrol.

—El juego aún no acaba. —respondió entre una mezcla de sorpresa por la actitud y molestia por la seguridad que percibía ante el resultado.

—Puedo olerte. —expuso, a sabiendas que comprendería a qué se refería, sabía lo que generaba en el mexicano.

Aquel fue el límite para Memo, no podía negar cuan ansioso se hallaba porque culmine el encuentro...

Firenze_TND.

Confieso que no sé de dónde salió esto, pero acá está, espero que les guste. ¿?

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⏰ Última actualización: Nov 29, 2022 ⏰

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