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Fue después de convencer a su mejor amiga de ayudarle que Nath se dignó a ir a detención. El salón estaba casi vacío exceptuándolo a él, dos chicos más y por supuesto, Cavendish. Fue un dolor de pelotas seguir estando a su lado después del incidente de la golpiza por parte de los dos, pero tendrían que aguantarse si no querían más problemas.

John de vez en cuando le daba una mirada llena de odio o le lanzaba algún papel con un dibujo mal hecho de él que en la parte de abajo decía "idiota". La segunda vez que el pelirrojo recibió el papelito se volteó de su asiento para ver al chico y le explicó que el dibujo estaba mal hecho por las partes anatómicas mal dibujadas, los trazos mal hechos, la falta de simetría y demás errores que encontraba solo para molestarlo, sabía que se iba a enfadar tanto que no resistiría ni un minuto más a su lado.

Una hora más tarde, cuando el timbre sonó, agarró su mochila y salió apresurado del salón. Corrió hasta el estacionamiento donde se encontraba Verónica y otras chicas, las saludó y minutos después ambos emprendieron camino hacia el vecindario del pelirrojo.

Al llegar a la casa del chico casi treinta minutos después, una mujer de cabello negro lacio, ojos pequeños y de color miel dibujó una sonrisa en su rostro al escuchar la puerta abrirse, al parecer ya había llegado del trabajo para hacer la cena y en el momento en que sintió la presencia de su hijo dejó su labor en la cocina y se asomó feliz.

—Cielo, no sabía que hoy vendrían a casa tempran... —dijo quitándose su delantal de cocina, soltándolo al instante al ver el rostro lleno de golpes de su hijo.

Él solo sonrió suavemente, curvando la comisura de sus labios y evitando el contacto visual con su madre que le examinaba el rostro con miedo, si es que no recibía otro golpe, recibiría un sermón de tres horas o un exagerado llanto por parte de su madre. Sabía bien hacia donde iría la situación y bajó la mirada.

—Dios... —se pasó una mano por la cara abultando sus labios, volvió a ver a su hijo menor y se le acercó para verle mejor— Nathaniel... ¿Qué carajos te pasó en la cara? —dijo con un hilo de voz.

—No te preocupes, ma... solo fue una pelea —explicó cuando la mujer le pasó una mano por el contorno de su rostro moviéndolo hacia la derecha y la izquierda, parándose en la punta de sus pies.

—¿Otra? Pero mira todo esto, ¿con quién te peleaste? —soltó su mano y habló tan suave como pudo, se había puesto pálida.

—Con un chico que tiene malas intenciones con Vero —apenada, la chica se sonrojó y bajó la cabeza.

—Yo no le pedí que lo hiciera. Perdón, señora Emma. Me sentí tan mal como usted cuando vi cómo quedó su rostro, no me gustaría que le pasara absolutamente nada malo y sin embargo lo único que hago es hacer que se meta en líos —murmuró con la cabeza gacha, sentía que por su culpa el pelirrojo había vuelto su vida social en la preparatoria más mierda aún, haciéndolo ir a detención bastantes veces y a parte, según ella, volviéndolo más defensivo e incluso paranoico.

La mujer soltó un pequeño sollozo con las lágrimas de sus ojos a punto de desbordarse, cubriendo su cara con ambas manos.

—No, mamá... —el chico se apresuró a pasar sus brazos al rededor de ella, colocándole la cabeza sobre su pecho y acariciándole su cabello. Como instantes atrás lo hizo la castaña, su madre empezó a llorar entre sus brazos, más que decepcionada, preocupada de que pudiera pasar a mayores alguna situación de discusión o pelea que su hijo tenía en ese lugar.

Él apretó el cuerpo de su madre y colocó sus labios sobre la coronilla de su cabeza, depositando un beso.

—No quiero que te pase nada malo, Nath —alzó la mirada con las pestañas húmedas y lo miró—. Maldita sea, ¿dime qué está pasando? No creerás que no sé qué has estado en detención.

OPEN ARMS || BLDonde viven las historias. Descúbrelo ahora