Si tus pecas fueran constelaciones

• C a p i t u l o #1

—¡Devuélveme el libro! —

Mis rostro estaba rojo y los chicos reían mientras se lo lanzaban a dos chicas, yo quería llorar, maldecía internamente a la persona que me había grabado aquel día.

Ahora no dejaban de chantajearme con eso...

—¡Baila gatita! —

Me acomodé mis lentes y mi nariz ardía.

—Por favor Ethan, dame el libro —

Ese libro era lo único que tenía de mi papá y ahora Ethan lo arruinaría.

—Cállate zorra — dice su novia entre dientes y yo solo la veo con ganas de arrancarle las extensiones, (mentí en la parte en la que decía que podía cuidarme sola).

En realidad no sé cuidarme y sufro esto cuando no logro esconderme.

—No le diré al director, dame el libro — mi voz era de súplica y ellos estaban totalmente entretenidos.

—¿Porqué tendrías que decirle algo al director? —La voz de Ethan fue sombría, fue amenazante y eso me puso los bellos de punta.

Ethan era el chico popular y era el novio de isabella, los otros chicos era sus amigos y la rubia era su hermana.

Todos populares.

—No le diré nada de lo que me hacen — Respondo y ellos se acercan más haciéndome retroceder, las clases estaban por terminar, yo tenía hora libre y vine a la biblioteca a esperar a que terminara pero ellos se escaparon de clases y me vieron entrar aquí.

Nadie me escuchaba.

—¿Pero que dices loca estúpida? —
Y en eso vi estrellitas, el puño de Isabella impactó contra mi cara y me hizo tambalear ocasionando que mis lentes cayeran al suelo.

Mi queja resonó en los pasillos y sujeté mi nariz.

—Postiza hija de puta — Dije entre dientes y eso solo consiguió que ella me sujetara el cabello y con la presión en la raíz me hizo doblarme hacia el suelo.

—Perdón, perdón, perdón —
Repetí obligatoriamente, era inútil ellos eran mayoría.

—Sabes que sucederá ahora ¿Cierto? — Los miré y negué haciéndome la desentendida.

—Vamos a las duchas — Dijo ella y los chicos me arrastraron mientras yo me rehusaba a caminar.

—Grita y te doy otro puñetazo —

Tenía miedo, miedo de que esto algún día se saliera de control.

—Isabella, te daré dinero, te daré lo que me pidas... Por favor dame el libro y déjame ir —

Para este punto mis ojos ya tenían lágrimas, mi camiseta blanca del uniforme estaba manchado de sangre que salía de mi nariz, me sentía idiota pero más idiota por ser tan sumisa.

—¿Tienes dinero? — Dijo arqueando una ceja como si lo que estuviera diciendo fuera mentira, yo Asentí y después negué.

—Yo no, mi padre si... Puedo conseguirlo — Lo pensaron así que nos detuvimos antes de salir de la biblioteca.

Yo me planté en el suelo y ellos se miraron entre si.

—Te dejaremos solo por hoy, pero tienes hasta mañana al salir de clases o te arrepentirás —
Asentí frenéticamente y estire mi mano para que me dieran el libro.

—800 dólares no serán problema para ti entonces — ¿Que mierda?, No, mejor matenme.

—¿Qué? — Fue lo que salió de mi boca y ellos rieron y asintieron cómo si supieran que no podría conseguirlo, iban a tomar de nuevo mis brazos hasta que grité que si lo tendría.