Hay un deje de inconformidad reflejándose en su mirada mientras recorre de un lado a otro su habitación. Una vocecilla molesta resonando en su mente, "falta algo, estás olvidando algo", dice con ese tono molesto y sabiondo que la señorita Fushigara solía usar para regañarlo cuando estaba en tercer grado.
Y la inseguridad nace ahí, como siempre, y revisa por decimotercera vez la pequeña maleta de mano que tanto esfuerzo le había tomado empacar la noche anterior.
Ropa, zapatos, cepillo de dientes, pasta de dientes, calzoncillos limpios, calcetines nuevos... ropa, zapatos... cepillo de dientes, desodorante... identificación, billetera... cargador...
Oh
Por supuesto que debía olvidar lo más importante.
Con cuidado particularmente minucioso rebuscó entre su "desordenado orden" su maletín de equipo médico, asegurándose de que cada aparato estuviera adecuadamente calibrado y en buen estado; y finalmente con pasos torpes y apresurados, y un zapato mal puesto corrió hacia su auto al darse cuenta de que llevaba casi media hora de retraso, dejando atrás solo un par de plantas que deberían sobrevivir hasta el próximo fin de semana que regresara a casa.
Como ha sido siempre.
Como se ha vuelto costumbre.
Como se espera de alguien que ha decidido dedicar su vida y corazón al cuidado de los que más lo necesitan.
Como se espera de alguien como Kirishima Eijiro.
Y bajo una sonrisa amable se despide de su vecina quien desde su puerta le desea un buen viaje al verlo subir en su automóvil; emprendiendo de una buena vez su camino hacia el pequeño pueblo de Musutafu.
Repasa en su mente una y otra vez la elaborada presentación que dará, esa que ha pulido con los años y que alivia un poco el ya conocido nerviosismo de conocer gente nueva y moverse en un entorno desconocido.
Hay algo más preocupante esta vez, pues no es como que cualquier día fuera recomendado específicamente para un trabajo. En especial cuando quien ha puesto tanta confianza y fe en él fue uno de sus mentores en sus años como estudiante.
El largo camino de tres horas sirve para aliviar un poco su mente, disfrutando del cambio refrescante al dejar atrás los altos edificios y luces centelleantes de Tokyo, sumergiéndose en los caminos rodeados de bosques, campos y uno que otro caserío al lado del camino.
Finalmente es recibido por el letrero que anuncia la aproximación de su destino y no pasan más de quince minutos para que empiece a adentrarse en el pintoresco lugar, con casitas y jardines bien cuidados y una que otra construcción tradicional que majestuosas otorgan cierta elegancia a las calles.
Eijiro desciende la velocidad de su vehículo y baja la ventanilla, revisando una y otra vez la dirección que marca su celular, asegurándose de detenerse en el número correcto.
Y por fin, al final de la calle, llamativa por el particular estilo occidental de la fachada, con jardines abiertos y pasto verde; se detiene frente a la casa marcada con el número 1511.
Eijiro da una última revisada a su celular antes de bajar del auto. Sus pasos son seguidos por las miradas curiosas de los vecinos; él no les da importancia, en los lugares así, donde todos los habitantes se conocen, los visitantes y forasteros deben llamar demasiado la atención.
Da unos cuantos pasos cautelosos al acercarse a la puerta, aclara su voz y arregla un mechón de su cabello rojizo antes de llamar al timbre, pero los minutos pasan y no recibe ninguna respuesta. Repite el ritual un par de veces más obteniendo el mismo resultado, logrando que el joven enfermero entre en pánico.
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Stand by me [TodoIzu]
FanfictionY Kirishima Eijiro finalmente lo entiende. Un amor profundo e incomparable; uno como nunca ha visto ningún otro. Porque hay tanto ahí; tanto afecto, tanto cariño, tanta comprensión, tanta devoción. Tanto que sus ojos están húmedos y su pecho se...