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«Un gusto en conocerte »

Un día al azar, lo de siempre de todos los días, una rutina repetitiva de todos los días. Radamanthys se levantaba, bañaba, desayunaba, tomaba sus cosas y tomaba el bus para su trabajo.

Ay su trabajo. La universidad no lo había llevado a ningún lado y quién diría que un oficio que aprendió vagamente en su infancia le sirvió más en la actualidad que todos los años que curso en la escuela.

Hoy, como todos los días de toda su vida, se dirige a la fábrica más grande de la región, una fábrica enfocada en la producción de partes de trenes y otros transportes.
Él se viste como cualquier obrero yendo al trabajo de la fábrica para soldar piezas toscas de metal, pintar y cobrar su sueldo a final de mes. Esa es y será su vida por el resto de su vida.

Se sentó en la parada del autobús como en todas las mañanas, este lo lleva directo a su trabajo, siempre estaba cabizbajo, comiendo alguna galleta que a veces solo por el antojo se compraba en la tienda 24/7 que está cerca de allí, abrazando su mochila, mirando sus botas gastadas por el trabajo.
Hoy comía una rica galleta de nuez, tan grande que ocupaba toda su mano; se puso a mirar una nueva mancha de pintura en su bota, se la había hecho ayer, de un amarillo brillante. Tarareo una de esas canciones pegadizas de J-pop en lo que el bus se aproximaba a la parada, se metió lo que le quedaba de galleta y se puso de pie colgandose su mochila en el hombro y en eso, un olor fuera de lo común invadió su olfato.

Olía diferente al humo de la ciudad y la contaminación, no era el olor de algo que el haya olido antes. Miro a su izquierda por primera vez en su vida y obtuvo una vista interesante.
Una mujer de cabello obscuro, se vestía como un gran ejecutivo de aquellos que dan las órdenes dónde el trabaja, una falda corta y unos zapatos de tacón hacían que sus piernas se vieran espectaculares; incluso sentada mantenía un pose de superioridad, su rostro era hermoso, era seria pero se veía majestuosa. Sostenía un bolso elegante con un brazo y una carpeta con papeles en el otro, era obvio de dónde venía el olor, una hermosa fragancia emanaba de ella; movió la mirada por un segundo y vió cuando el bus llegó a la parada a la par de un taxi.

Radamanthys se había quedado congelado observando a la mujer majestuosa, quien ya se había puesto de pie a punto de abordar el taxi y al quedarse mirandola, noto que una hoja voló fuera de su carpeta;intuitivamente se levantó para tomarla y dársela. No hablaba con las personas pero le gustaba ser servicial.

Estaba a centímetros de ella, solo bastaba con levantar su voz y pedirle que se detuviera para entregarle lo que se le había caído, pero no pudo, sus labios se le habían pegado, su timidez li había vencido por primera vez y aunque para él, el tiempo se detuvo, en realidad todo fue tan rápido que ni siquiera le dió tiempo de tomar el bus, el cual arranco segundos después del taxi que tomó la mujer.

Se quedó parado con la hoja en la mano, todavía pasmado; jamás había visto a una mujer tan hermosa con un aroma tan agradable pero entonces detuvo un poco su fantasía y regreso a la realidad por un segundo. Con la mirada buscó un taxi ya que después de todo ya había perdido el bus.
Normalmente eso le hubiera traído mucho pánico y miedo porque podría llegar más tarde a su trabajo y gastaría más dinero pero hoy estaba contento.

— Gusto en conocerla señorita

Dijo en voz baja, con una sonrisa en el rostro antes de abordar el taxi que se paró con la señal que Radamanthys le hizo con la mano.
Parece que hoy no fue un día como todos los demás.

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⏰ Última actualización: Apr 30, 2023 ⏰

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