Una hora. Tan solo había pasado una hora desde que su pareja se fue a trabajar, y él, manteniendo un ceño fruncido, veía la tele deseando que ese suplicio acabase.
──¿Tendrá una amante? ──se preguntó en ese momento mientras hacía zaping, pensativo, pues no sonaba del todo mal.
Si lo pensaba bien, hasta tenía sentido. En los dos últimos meses no habían hecho nada especial como en el año y medio anterior en el que se habían demostrado de todo. Daba la sensación de que la chispa se había acabado o por lo menos, eso le parecía a él. Cierto era que su pareja fuese absorbido por las reuniones y el papeleo de la empresa, y Chifuyu por las horas extra para cubrir el horario de Kazutora mientras éste se estuviese recuperando de su pierna rota; pero eso no quita que los días se volviesen aburridos porque ninguno de los dos supiese de qué hablar.
En esas mañanas, el de ojos verdes ocultaba un corazón encogido y adolorido por la frialdad con la que el otro le trataba tras una sonrisa y un beso de despedida. Esa frialdad e indiferencia eran como un clavo que poco a poco, cada día que pasaba se iba incrustando más y más en su interior. Algunos podrían decir que eso no era excusa para ponerse así, puesto que enseguida volverían a la rutina; pero Matsuno lo notaba. Había una clara diferencia entre los primeros y los últimos meses, y todo eso había derivado en aquel pensamiento, en aquella pegunta que cada vez se repetía más veces en su cabeza──. ¿Tendrá una amante? ──y la hacía poniéndola en femenino porque sospechaba de la ayudante de su pareja. Esa morena pechugona de piernas largas, Mimi, que nunca le había gustado.
Cuando se quiso dar cuenta, ya tenía el móvil en la mano y estaba llamando al trabajo. La frase de “Llámame sólo cuando sea una emergencia de verdad” hacía aparición en su cabeza, puesto que la anterior vez ─sino recordaba mal─, le había llamado muy enfadado porque el peli─negro se había acabado el último trozo de tarta de la nevera sin su consentimiento. Por esa razón lo había hecho salir de una reunión muy importante con unos inversores y Keisuke se había enfadado mucho con él, y si Chifuyu no fuese el pasivo de la relación, habría acabado durmiendo en el sofá.
En cuanto sonó el segundo pitido, colgó al instante. Mentiría si dijese que la respuesta no le daba miedo. Temblaba tan solo de imaginárselo llegar a casa y echarle el sermón, porque el menor sabía muy bien que, aunque su pareja fuese siempre paciente con él, si le impedía trabajar y concentrarse en lo que está haciendo, su cupo de molestia iba creciendo en su interior y se notaba, dado que se irritaba con más facilidad.
Respiró profundamente intentando relajarse, para luego depositar el móvil en la mesa y volver a dejar la espalda junto a la cabeza apoyadas en el sofá. Repitió el proceso de respirar un par de veces más mientras expulsaba el aire lentamente por la boca, cerrando los ojos.
Una música lo despertó de su trance. No le hizo falta mirar la pantalla como para saber que quién lo llamaba no era otro que Keisuke. No le gustó nada aquello y su cuerpo se lo hizo notar comenzando a sudar frío. Se había quedado pálido. Reacciona, se decía a sí mismo, pues podía preocupar a su pareja si no lo cogía. Matsuno lo sabía, sin embargo, optó por hacer otra cosa.
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❝ ────── 𝐂𝐎𝐋𝐎𝐑𝐅𝐔𝐋𝐋 | 𝗍.𝗋, 𝗍𝗐𝗈-𝗌𝗁𝗈𝗍; 𝖻𝖺𝗃𝗂𝖿𝗎𝗒𝗎
Short Story𝘾𝙊𝙇𝙊𝙍𝙁𝙐𝙇𝙇 | ❝ Colorido, lleno de color. Porque ellos habían creado algo que demostraba todo, sin creerlo. ❞ ───────El arte de la portada y los separadores son obra de @--Coldhands