I

4 1 0
                                    


La lluvia caía del cielo, los árboles bailaban al son de la brisa que los hacía ir a su ritmo, las calles que mirabas a ellas y veías tu reflejo por las pequeñas lagunas que se hacían en estás. 

Sus ojos llorosos parecían como cristal rompiéndose, cada gota que cae en su vestidura es como la lluvia que cae al suelo del lugar. 

Su cuerpo helado, tirado, manchado por algunos rasguños que arruinaban su hermoso rostro, sangre saliendo del pecho de este.

Todo era simplemente trágico, no me podía desprender del cuerpo de mi amado, aquella persona que ame tanto me está dejando en este instante, mis gritos internos querían salir y expresar lo que sentía al ver la atroz escena que pasaba ante mis ojos quebrantados. No quería perder a la persona que amo.

Su mirada se perdía, los brillos de sus ojos que se veían más opaco cada vez más, rastro de sangre alrededor de este. Ahora si lo perdí todo, la pieza que me conformaba ya ha desaparecido. 

-Te amo.. Alice, recuérdalo- su fría palma había tocado mis mejillas tratando de quitar mis lágrimas. Al oír su voz diciendo mi nombre con sus últimos esfuerzos, los gritos internos que no quería que salieran, se dieron a luz en ese instante. 

-No llores, que aún no me has perdido- este dijo mirando mis ojos llorosos, su mano ya perdía fuerza para poder estar en mi mejilla. 

-¿C-cómo puedes d-decir eso?- Mi voz entre cortada resonaba en el lugar, un silencio recorría todo el entorno, sus ojos ya no tenían señales de vida, su mano fría cayó de mi mejilla, sus ojos se cerraban a paso lento. 

-Nos vemos- dijo este soltando una sonrisa con esfuerzo. 

La frustración recorría todo mi ser al no poder evitar este terrible accidente, acabo de perder a mi amado, la persona que más ame en esta vida se ha ido. Mis desgarradores gritos salían de mi a más no poder, mis ojos estaban rojos de tanto llorar. Pasaron las horas y la policía al igual que la ambulancia apenas llegaron, dos horas después del accidente.. 

-Señorita- dijo el policía tocando mi hombro.

-Lamentamos no haber llegado antes, el lugar está demasiado retirado de la ciudad. Mis condolencias- dijo este quitándose la gorra que tenía puesta. 

No me puedo enojar con ellos, es verdad que este lugar está retirado de la ciudad, no tiene sentido enojarse cuando ellos trataron de hacer lo mejor. Este me ayudó a pararme del suelo dándome un pañuelo, mientras las personas de la ambulancia cubrían a mi amado con una bolsa negra extendiéndose por todo su esbelto cuerpo que ya no tiene una pizca de vida en él. 

Aquel policía me llevó a mi hogar, en el camino no tuve ninguna conversación con este y tampoco quería tener una, y él lo sabía por eso no se atrevió a hablar. Al estar de nuevo sola en la casa la tristeza, irá, frustración, melancolía me acorralaron dejándome tumbada en el suelo, mis ojos parecen cascadas que nunca va a parar de dejar de salir agua. Todas mis fuerzas se fueron en llanto y en está me quedé dormida en el suelo de la sala. 

Al despertar había una cobija sobre mi, no recordaba muy bien lo que pasó ayer así que lo tome como si nada hubiera pasado, también estaba la ventana abierta.. ¿Ha entrado alguien anoche? Ese sentimiento invadió mi ser, pero no me preocupé en ese momento por eso. Tenía otras cosas que atender, aunque siento que olvidó algo..

Mis últimas palabras se van hacer realidad aunque Alice no lo crea, tengo control en ella y en mi propio ser, no voy a morir por una bala común y corriente que mataría a un humano normal, pero yo no soy normal. Soy Taiki Kimura, una leyenda que se volvió realidad al que tanto anhelaba y por eso estoy aquí, al parecer esta chica de cabellos rubios tuvo una gran admiración a mi que me trajo a la realidad. ¿Y como paso esto? la verdad yo no sé cómo llegué a este mundo, pero alguien sí. 

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Dec 04, 2022 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

Leyenda en vida. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora