cap 1

7 1 0
                                    

Primero les contaré un poco sobre mi vida; actualmente estudio y batallo día a día con mis inseguridades pero, déjame contarte una cosa, mis inseguridades se van muy lejos cuando tengo la oportunidad de leer un buen libro o compartir con los poco amigos amigos que poseo.

Por cierto, también amo escuchar anécdotas de antaño, y es por una de esas grandes vivencias que hoy me encuentro aquí, pegada a mi teléfono escribiendo a las 10y44 pm.

Déjenme contarles un poco sobre mi abuelita Rosa, una mujer de 89 años que solo sabe identificar unas pocas letras las cuales no sabe plasmar, alguien que logro levantar 8 hijos con mucho esfuerzo y sacrificios, mujer luchadora, con buenos valores.

Ahora comenzaré a contarles cómo llegue a conocer un poco más sobre esa gran historia de amor, sacrificio y dedicación. Creo que fue un lunes, estaba algo aburrida escuchando a mis tías hablar o tener una pequeña discusión sobre alguna que otra noticia ( alguna de sus discusiones son divertidas) en fin, veía a mi abuelita mover su cuerpo con el vaiven de su mesedora verde oscuro, sus ojos un poco nublados por la edad.

— Abuela ¿me podría contar como fue su vida? — le pregunté.

En ese momento las discusión que tenían mis tías se detuvo, toda su atención estaba fija en mi abuelita.

— Qué te podría decir mija — contestó ella sin dejar su vaivén

— Solo quiero saber cómo fué.

— Creo que podría contarte un poco sobre ella — en ese instante sonríe y sus ojos nublados se fijan en mi.

> Cómo sabes, nací en la isla de Coche — y así inicia su relato.

Nací en la Isla de coche, una isla muy pequeña del mar Caribe, quizá no  nos puedas ubicar en un mapa.

Nací en 1933, en una pequeña habitación, donde lo único que se podía escuchar eran los gritos de dolor de una mujer en trabajo de parto y la comadrona animándole a seguir con su labor.

— Vamos Margarita, ya falta poco — se oía decir a la laboriosa mujer.

— ¡Sal ya! — grito.

— Uno más, falta poco y ya está.

En la habitación no había un padre emocionado a la vista.

Y en ese momento, en medio de gritos de dolor, se pudo escuchar los primeros llantos de un bebé, un hermoso bebé con el pelo negro azabache pegado a sus regordetas mejillas.

— ¿Qué es, es un niño ? — trato de incorporarse.

— Es una niña hermosa Margarita.

La partera sonriente coloca a la niña en brazos de su madre, está la observa, no es el niño que tanto anhelaba, pero está bebé era hermosa, su segunda hija. Hija y no un hijo.

Quizá está sería de utilidad más adelante, la primera niña se llamaba Adela y aún no era de utilidad, ya que la niña tan solo tenía 3 años, pero pronto lo sería.

Margarita comenzó a sentir otro dolor, como si el parto aún no hubiera terminado.

— ¿Qué es esto? — se escucha su voz llena de dolor.

La comadrona le entrega la niña a una de las ayudantes.

— Se trata de otro bebé — observa al rededor.

Eran muy pocas las mujeres que en esos tiempos traían al mundo a dos niños en un mismo parto, era muy peligroso para la madre y los niños.

— Vamos Margarita, aún queda un niño por nacer.

— ¡No puede ser ! — Grito con dolor.

Las ayudantes estaban constantemente trayendo agua tibia y sábanas limpias para la madre y el niño observaban y  tiempo después contaron que gotas de sudor corrían por su rostro.

— Ya casi...

En ese instante se escuchó un último grito de dolor en la pequeña habitación, solo eso y el llanto de un solo bebé de cabello azabache que había nacido minutos antes, el resto era silencio.

— Este sí es un niño, dámelo — la madre estira sus brazos temblorosos.

— No Margarita, es otra niña — se escucha la respuesta de la comadrona, pero su voz es un poco rara — Lo siento Margarita.

Le entrega un pequeño bulto envuelto en mantas. La niña estaba sin vida, Margarita toma al bebé un instante en brazos para luego devolver a la comadrona.

— Creo que la primera bebé se crió encima de esta y por eso no lo logro.

— No es el niño que esperaba — toma en brazos a la primera niña y la comienza a amamantar, logrando que la pequeña se calme — Entierra a la segunda, por lo menos una está bien.

Mira a la primera niña con atención.

— Mi pequeña Rosa —Acaricia su rostro — Espero que te conviertas en una hermosa mujer.

— pero Margarita ¿No te quieres desp..

— Ya te dije lo que tienes que hacer con ella.

Las dos mujeres se miraron, en ese instante cae un trueno en algún lugar y el reflejo de este ilumina la pequeña habitación.

La mujer salió con el pequeño bulto en brazos, dejando a la madre y la niña en sus brazos, permitiendo que las demás se encarguen de limpiar y acomodar a la madre y su niña.

— Abuela — la llamo, ocasionando que vulva a la realidad — Se podría decir que no contaste con una buena madre.

— Eran tiempos diferentes mija — sonríe — ella me amaba a su manera.

— Mamá... — replica una de sus hijas — la abuela era una mujer amargada y difícil de tratar.

Todas contestan en acuerdo, el vaiven se detiene por un instante pero, solo un instante y luego retoma su rumbo.

— Era mi madre — y esto hace que todas dejen de opinar — sin importar su formar de ser, ella fue quien me crío.

Todo se queda en silencio, no se traven a contradecirla.

— Creo que ya estoy cansada — la abuela de levanta — Mañana te seguiré contando.

Todas se despiden y está se marcha a su habitación.

Observo su andar lento, su cabello canoso, su piel manchada por el sol y años de trabajo.

Ese día la abuela Rosa comenzó a contar su historia, ocasionando que desde el comienzo quedara encantada y con ganas de saber más.

El Latido De Un Corazón 🌹Donde viven las historias. Descúbrelo ahora