La muerte de un incomprendido

La terapia de la etiqueta.

Sigo recordando, yo tenía el cuchillo en la mano.
No puede ser, yo maté a Mi yo de antes. ¿Pero porque lo maté? Sí el no le hacía daño a nadie.

Ahora es peor. Creo que ya sé dónde estoy. Pero por qué estoy aquí.

Doctora,¿ yo estoy loco?
No es que la respuesta me interese pero no quiero perder toda mi cordura.

(La doctora me mira, y se levanta a buscar una pequeña caja que estaba encima de su mesa de trabajo.)

- Creo que sí lo estoy, por que esta sacando de una caja un papel con un hilo, creo que las manualidades son mi terapia. No soy apasionado a eso, prefiero cortar y pegar, en el ordenador.

- Doctora ¿porqué pone mi nombre en la etiqueta qué usted hizo?

Viene acercandose a mi, me tapa la cabeza con la manta.

- Que alivio, ya sentia frío pero ahora no puedo ver nada. No comprendo nada de esto. Sentí un poco de frío en los pies y le dije:

-¡Doctora me dejo los pies destapados!

No me escuchó, pero si esta delante de mí.

¡Doctoraaaaaaa!!!!!!

Sentí que me colocó la etiqueta en el pulgar del pie derecho.

-La doctora no me escucha. No me comprende.

No se que me esta pasando. Y ahora va a suceder algo totalmente distinto. Tengo en mi cabeza una respuesta que no tiene pregunta.

-Yo soy el acorde de guitarra que nunca estuvo de acuerdo con todo esto. Sabía que no podía dejar que el olor a sangre le ganara a mis ganas de hacer el amor.

-Ahora escucho el teclado de un teléfono, creo que la doctora va a hacer una llamada.

Y sí....... está llamando....