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Todo su cuerpo se encontraba adolorido.

Poco a poco pierde las fuerzas

Sabía que pronto moriría.

Mientras esperaba dar su último suspiro mientras su vista se perdía poco a poco, podía escuchar claramente la burla de esos malditos androides.

Había perdido...había cometido el error de subestimarlos y todo había resultado mal.

Ese solo era uno de sus tantos errores.

Esta sensación le grababa cuando Freezer lo asesino. Y de la misma manera que antes, fue bombardeado por diversos recuerdostantos buenos como malos. Veía los rostros de todos aquellos que aprecio (aunque eso jamás lo digo).

Su padre, su raza y...Karat.

Recordaba a la saiyayin de la Tierra, esa mujer de tercera clase que siempre lo superaba. Le quito el placer de destruir a Freezer, convirtiéndose en súper saiyayin. Por años se dijo a si mismo que la odiaba y no tenía ningún remordimiento en decir cuanto la detestaba.

Y aun así...ella le perdonó la vida la primera vez que pelearon. Aun así le sonreía y lo traían como al resto de sus amigos. Sin eliminarlo y siempre buscando entrenar con él.

Y cuando ella agonizaba en cama, totalmente débil e indefensanunca pronuncio ninguna palabra. Se quedó ahí a su ladohasta que pasó.

Todos sus amigos lloraron y lamentaron su perdida. Porque sabían que no había forma de regresarla a la vida, ni siquiera con las esferas del dragón. Lejos de la vista de todos se mostró llorarse mostró cuánto le afectó su muerte.

Solo hasta que Karat murió se dio cuenta de lo que ella significó para él.

Era la mujer que amaba, su compañera...pero ya era tarde.

Todas sus acciones la alejaron de ellafueron varias las oportunidades las que tuvo para hacerla su mujer, su compañera.

Pero su orgullo y terquedad lo impidieron.

En medio de su obsesión por superarla en busca de convertirse también en súper saiyayin había engendrado un mestizo.

Eso era lo que mas le molestaba...El que se haya apareado con la arpía de cabello azul en un intento de quitar su cabeza a Karat.

De dejar de pensar en su sonrisa cálida, su amabilidad, fuerza y ​​su belleza junto con los sentimientos que se negaba a aceptar.

El tener un mestizo solo lo alejo más de ella ¿Cómo podría decir que la deseaba y quería que fuera la madre de sus cachorros con un mocoso en camino? Mas sabiendo que se había metido con la arpía de cabello azul que también era su amiga.

Tuvo que ver como la mujer que amaba seguía con el estúpido humano todo producto de su cobardía. Quien no la merecía, no la tratada como un compañero debía hacerlo. Karat era una compañera ideal y ese miserable humano quería encerrarla en cuatro paredes para convertirla en nada más que una yegua reproductora.

Ella no era humana, era un saiyayin.

Ella era como el sol. La luz en la oscuridad. Y deseaba tanto esa luz para él. La oscuridad deseaba estar junto a su luz. Pero la había perdido, y desde entonces había perdido las ganas de seguir adelante, de vivir.

Te amo...Karat-esas fueron sus últimas palabras.

Sabía que no estarían juntos en el más allá. Ella pertenecía al paraíso, su corazón era puro, y él al infierno por todos los pecados que cometió.

ArrepentimientoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora