la madrugada se cernía sobre el complejo de apartamentos, y salí de mi apartamento con una alerta creciente. las sombras del recuerdo de la cafetería se proyectaban sobre mi mente, y la sensación de ser observada se había arraigado en mis días. tres jornadas habían pasado desde aquel encuentro inquietante
manejé hacia mi trabajo con una inquietud palpable. al llegar al café, nat estaba en el mostrador, pero nuestra conversación fue breve, ya que él tenía prisa por marcharse. repetí la rutina habitual, haciendo una coleta mientras esperaba a los clientes
alrededor de las tres de la mañana, un hombre de aura amigable entró. pidió varias cosas, y mientras lo atendía, la calma pareció regresar al local. al entregarle su orden, noté que intentaba expresar algo, pero le costaba encontrar las palabras
— hey, chica... —comenzó—. muchas gracias... algo no está bien en este lugar
parpadeé, sorprendida por sus palabras
— hay algo extraño en esta tienda... —continuó—. quizás el tipo que está detrás de mí sea el causante
giró su vista hacia atrás, señalando la ventana que daba al estacionamiento. seguí su mirada, pero no vi nada fuera de lo común. se rió, restándole importancia a sus propias palabras, y se marchó, dejándome confundida e intranquila
miré nuevamente la ventana, y esta vez sí vi a un chico en los arbustos. en cuanto notó mi mirada, salió y se dirigió hacia el café. mi corazón empezó a latir aceleradamente mientras buscaba algo para defenderme. entró y me observó fijamente, era el mismo chico al que había ayudado en el complejo de apartamentos
traté de atenderlo normalmente, pero su mirada penetrante seguía cada movimiento. mis manos temblaban y la incomodidad se apoderaba de mí. cuando terminó, se fue a sentar en las últimas sillas del local. mi nerviosismo se intensificó cuando llegó otro chico
me sentí momentáneamente protegida, pero sus coqueteos y comentarios arrogantes me incomodaron. antes de poder responder, el chico anterior se fue, lanzándome una última mirada tenebrosa
— ... ¿gustas ordenar algo? —pregunté al nuevo cliente, intentando ignorar la tensión
— sí... a ti.
— me parece bien recomendarte un pastel de mora, es lo más solicitado. —ignoré sus coqueteos, tratando de mantener la profesionalidad
— aprovecha la oportunidad. yo soy guapo y popular. te vendría bien subir tu reputación, ya que trabajas en una cafetería. —se estaba enfadando—. te conviene estar conmigo.
— solo vengo aquí a trabajar. no busco pareja, novio, novia ni compromisos. ni siquiera estoy interesada. —respondí con firmeza—. pide tu orden y yo te atenderé...
— ¿qué pasa con tu actitud? eres una chica difícil, y eso me gusta... —se fue después de soltar esas palabras
suspiré estresada y consulté el reloj; estaba por terminar mi turno. me dispuse a limpiar todo y noté unas fotos en una de las mesas. al verlas, sentí cómo mi ser se congelaba: eran fotos mías atendiendo a los clientes. al guardarlas, intenté relajarme y saqué la basura
al regresar al café, mi mirada se fijó en la ventana. observé una camioneta negra llegar, retrocedí instintivamente y vi cómo daba una vuelta al lugar. quité mi delantal rápidamente, agarré mis cosas y salí del local. cuando me subí a la moto, llegó gilda, mi compañera, pero no tuve tiempo de despedirme. me fui, dejándola confundida
¿era todo parte de mi imaginación o la paranoia me estaba consumiendo debido al estrés reciente?
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devil town.
Fanfictionen las estrechas calles adoquinadas de un pintoresco barrio en alemania, la tranquila atmósfera se ve empañada por una creciente sombra de inquietud. mientras el sol se oculta, la comunidad se ve asediada por un preocupante aumento de casos de acoso...