C:36 | UN PASADO SIEMPRE SERÁ UN PASADO... AUNQUE NO LO RECUERDES

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Se suponía que iba a volver después de fin de año.

Se suponía que Noah no iría a por mí.

Se suponía que cuando mis padres lo corrieron de la casa estaba implícito el hecho de que NO podía subirse por mi ventana.

Se suponía que Asher no tenía que pelearse con su familia, de nuevo.

Y se suponía que Noah y yo debíamos recordar que esto era solo un reto.

Pero la verdad es que ahora era 30 de diciembre y estaba sentada en un avión con la cabeza pegada de la ventanilla y la mano de Noah en mi pierna, y que Asher estaba en el asiento de atrás y no dejaba de repetirme una y otra vez todas las razones por las se había peleado con su familia de nuevo.

Lo conocía bastante bien, solo debía dejar que él se desahogara todas las veces necesarias sin hacer más que asentir y murmurar un monosílabo cada cuánto, y finalmente él se calmaría y yo podría hablar con él, y en caso de que él no tuviera la razón, obligarlo a llamar a casa y pedir disculpas, cosa que, rara vez solía pasar.

La familia de Asher era bastante disfuncional, supongo que por eso conectamos tan rápido y nos mantuvimos juntos por tanto tiempo. Éramos el botón de emergencias del otro, nos usamos para sobrevivir y ahora no podríamos vivir sin el otro aunque lo intentaremos. Éramos como un órgano vital del otro, Asher era esa familia que yo elegí.

Y había hecho una buena elección, si de algo no me quedaban dudas era de ello.

Para cuándo bajamos del avión Asher ya había entrado en su fase de permanecer callado, fue el primero en desaparecer en un taxi hacia el departamento —o eso esperaba, porque no me agradaba mucho la idea de que se metiera en problemas—, y Noah me dejó recogiendo las maletas mientras él se encargaba de encontrar su auto en el inmenso estacionamiento.

Hice la fila en silencio, en realidad estaba algo nerviosa porque básicamente tenía que reclamar mi equipaje y el de Asher, y Asher no estaba aquí, y no creía que me fuera a contestar el teléfono para decirme los datos para recuperar su maleta. Así que técnicamente… tenía que usar mis habilidades de convencimiento para hacer que el chico del otro lado del mostrador me entregara todas las maletas aún sin la documentación.

O podía salir del aeropuerto con ambas maletas, o podía salir de él con cargos menores que mancharían mi expediente policial. Supongo que convivir con Linssy y Asher todos estos años me había estado preparando para esto.

Cuando la persona que estaba frente a mí en la fila recibió su aprobación para recoger su maleta suspiré con fuerza intentando verme lo menos nerviosa que podía, dí un paso hacia adelante con una  seguridad que realmente no tenía, y apoyé ambas manos en el mostrador recostandome de él lo más que podía, para finalmente poner una de mis mejores sonrisas y levantar la vista hacia la persona del otro lado del mostrador.

Pero no alcancé a decir una palabra cuando el chico del otro lado del mostrador pronunció algo que me dejó helada; mi nombre.

—¿Ally?

Parpadeé intentando convencerme de qué había escuchado bien, y reparé al chico frente a mí un par de veces buscando alguna imagen de él en mi cabeza. Se veía como de 24, era bastante más alto que yo, estaba bastante bronceado y tenía el cabello lleno de rizos que caían creando un pequeño caos en su cabeza. No, no lo conocía. Estaba segurísima de que era la primera vez que lo veía.

—¿Allyss…? —intentó llamarme de nuevo y me sentí rara, por lo que terminé interrumpiendolo.

—¿Perdón? ¿Cómo sabes mi nombre?

Él me sonrió y me observó por más tiempo del que debía, finalmente me dedicó una mirada que no entendí de nada.

Tomo los tickets y mi identificación que había puesto sobre el mostrador y los reviso sonriendo de lado, selló todo rápido y me lo devolvió deslizandolo sobre el mostrador hasta mí.

100 DÍAS CHALLENGE Donde viven las historias. Descúbrelo ahora