Capitulo 15: Cero a la izquierda.

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[Y... listo. Esas son todas, señorita.]

[Gracias. Ya puede retirarse.]

Cuando el barco en el cual habían llegado Kino y Kiri arribó a tierra; los tripulantes se apresuraron a poner todas las extrañas cajas que poseían en una simple carroza y luego de unos minutos, llegaron a una gran mansión deteriorada a las afueras de la capital de Harasa, para encontrarse con aquella que los había contratado.

El líder de los contrabandistas había bajado la última caja y estaba esperando a que su cliente, la cual era una bella joven de cabellos plateados, terminaba de llenar una hoja que parecía ser un recibo.

[Aquí tienes.] —le dijo la chica al hombre fríamente, al entregarle la hoja.

[Muchas.... ah... gracias.]

[¿Mm? ¿Qué sucede? ¿Me equivoqué al escribir algo?]

[¿Eh? No, no, no. No es eso. Eso solo que... es algo difícil verla... ahora mismo.]

Así es. Era algo difícil verla. Después de todo, todo lo que llevaba la joven, quien tenía una hermosa figura, por cierto, era una simple manta alargada. Prácticamente estaba desnuda. Ella parecía haber notado esto y soltando una sonrisa, miró al líder de los contrabandistas.

[No creí que ustedes, humanos capaces de arriesgar su vida rompiendo el acuerdo de las fronteras por simple dinero, se alterarían por algo como esto.]

[No... no es que este... ahh...]

[Pobre muchacho virgen. Je je.]

Sintiendo cómo su orgullo como hombre era atacado, pues solo evitaba mirarla ya que tenía una hija, el líder se acercó enojado a la joven y la acorraló contra la puerta de la mansión mientras la miraba con desprecio.

[No te creas tanto, niña. Solo aceptamos la petición porque el dinero que nos ofreciste fue bastante generoso. Mis compañeros siguen aquí. Quizás deberíamos entrar y tomar el resto ¿no te parece?]

El hombre parecía de unos 30 años, la joven tenía solo unos 17. La diferencia de edad era evidente, sin mencionar también la de altura y fuerza. El hombre era intimidante, era cierto, sin embargo, la joven no parecía inmutarse por nada de lo que decía.

[¿Terminaste? Estaba ocupada ¿sabes?]

La respuesta de la joven hizo que el hombre tragara saliva. No estaba seguro, pero algo en esos ojos fríos que poseía, le impedían continuar.

[Como sea.]

El hombre se alejó de la joven y sin decir nada más, se retiró del lugar mientras ella entraba a la mansión y dejaba las cajas afuera, sin ninguna clase de protección.

Cuando el hombre se reunió con sus otros compañeros para informarles que el trabajo había sido completado, notó que uno de ellos no estaba.

[¿Eh? ¿Dónde está Zei?] —preguntó el líder.

[¿No estaba con usted, jefe? Dijo que lo ayudaría con lo del recibo.]

[Pero si ya terminé de...] —el hombre observó la mansión y se dio cuenta de lo que pasaba. — [Demonios. Ese maldito pervertido.]

Oculto tras unos arbustos, el contrabandista faltante en cuestión había escuchado la conversación y al observar a la chica semidesnuda, no pudo controlar sus deseos y se coló en la mansión por una de las ventanas, para tomar algo más que solo dinero.

[Je je. No voy a dejar que humilles al jefe de esa forma. Ya puedo imaginar el cómo gritaras, cuando te tenga entre mis manos.]

El contrabandista de no más de 20 años estaba tan inmerso en sus fantasías que de pronto se tropezó con algo que lo hizo caer al duro piso de madera.

Soy el más fuerte... ¿verdad?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora