En algún momento, Jeon Jungkook dejó de sentirse como el dueño de su vida. No se reconocía en el espejo, a veces apenas recordaba que tenía 21 años, porque su cuerpo parecía demostrar lo contrario. Estaba absolutamente demacrado, con unas ojeras que no desaparecían y su cabello largo brillando después de incluso olvidar bañarse en varios días. Usaba ropa ancha, suéteres que le quedaban como un vestido. Sus ojos casi siempre estaban rojos después de llorar por horas acostado sobre su cama, y gastaba una pequeña parte de su dinero en bebidas alcohólicas para olvidar lo solo que estaba, sin embargo, no le ayudaba en nada.
Tenía un pequeño perro al que no olvidaba alimentar, se llamaba Tony y lo acompañaba donde él estuviera. No era un perro de raza, lo tiraron a la calle y se quedó con él después de verlo lloriquear bajo la lluvia. Sabía que nadie más lo reclamaría, ni siquiera tenía un collar y se le notaban las costillas, evidenciando la cantidad de días que estuvo tirado. Jungkook se hizo cargo de darle de comer y de cuidarlo. Su departamento era pequeño, la mayoría de los que ahí vivían eran chicos jóvenes que se la pasaban drogados, pero intentó darle el mejor espacio.
Después de que su familia le dio la espalda, su perro era lo único que le generaba un poco de felicidad, pero los últimos días había empeorado y ya ni siquiera se podía mantener en pie por más de 5 minutos.
Uno de sus vecinos que ya alcanzaba los 60 años le llevó de emergencias al sitio más cercano que encontró. Era un hospital psiquiátrico que quedaba a 40 minutos de donde vivía, le recordaba al aspecto que le daban en las películas de terror, ubicado en el centro de un enorme campo de césped recientemente cortado. Hasta podía percibir el distintivo aroma que quedaba en el ambiente.
Un guardia de seguridad les recibió de mala gana, revisándoles con un detector de metales perezosamente. Jungkook se sentía incómodo, llevaba la ropa que usaba como pijama y los zapatos al revés. Se arrepentía de salir con prisa de casa, tuvo que pedirle un segundo a su vecino para que le permitiera arreglarse.
Los dos se acercaron al mostrador de admisión para registrarse. Había una mujer que probablemente tenía 40 años al otro lado del cristal, tenía el cabello corto y ojos pequeños. Parecía irritada, bufó cuando los vio frente a ella.
— Nombre y tarjeta de identificación nacional. — La mujer le estaba hablando a su acompañante.
— Jeon Jungkook. — Le contestó su vecino, entregándole la identificación en la mano. Ella lo miraba como si fuera un tonto.
— ¿Eres Jeon Jungkook?
— No, el chico acá se llama Jeon Jungkook. — Lo sostuvo por el brazo mientras él intentaba orientarse. Las luces comenzaron a marearle.
— Tienes que dar tu propio nombre si quieres que te vea un médico.
— No quiero ver un médico, él necesita uno, por eso le pasé su identificación. — Su vecino comenzó a enfadarse, era un adulto mayor con poca paciencia y tenía a un chico que apenas podía sostenerse a su lado. Poco faltaba para que comenzara a gritar en la cara de la mujer malhumorada.
Lo ridículo de la situación era como ella no notaba lo mal que lucía Jungkook, con ojos rojos, cabello despeinado y ropa desaliñada. Tenía que ser una malísima broma, porque no había forma de confundirlos.
Procedió a registrarse después de un intercambio de palabras entre su vecino y la mujer que no sabía hacer su trabajo. Les indicaron que tomaran asiento, había unas sillas azules donde se sentaron esperando que les llamaran. Su vecino seguía acariciándole la espalda para tranquilizarlo.
Apareció un hombre frente a Jungkook que iría a prisión por 1 año. Lo escuchó hablar por teléfono, amenazaba a su pareja diciéndole que no le perdonaría que se metiera con otro sujeto el tiempo que estaría encerrado. La vena en su cuello parecía a punto de explotar después de depositar todo su odio en ese pequeño aparato tecnológico.
— ¿Jeon Jungkook?
Era el enfermero, él era realmente lindo. Tenía unos labios regordetes, ojos pequeños y seductores, cabello oscuro perfectamente peinado y una piel suave, sin imperfecciones. Jungkook le sonrió poniéndose en pie.
— ¡Soy yo! — Levantó la mano para hacer énfasis en ello.
El enfermero le hizo señas hacia la habitación lateral para el triaje. Su vecino se puso en pie para seguirle, pero el enfermero levantó la mano.
— Sólo una persona a la vez.
— Pero yo lo acompaño. — Explicó preocupado su vecino.
— Lo siento, señor, pero es la política hospitalaria.
Jungkook notó la inquietud en su vecino. Era un buen hombre y lo trataba como un hijo, por lo mismo le sonrió apretándole la mano para consolarlo.
Estaría bien, hablaría con el bonito enfermero y estaba más que seguro de que se sentiría mejor.— Está bien, estaré bien, no se preocupe por mí.
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[Historia dedicada totalmente a lostjinnie 💖💖💖]Nota: Holensss mi gente bella y saludos especiales a mis seguidores que siempre votan ❤️ tenemos otra comisión, muuuuuy agradecida de ello. Esta vez no es fluff en su totalidad, porque es fluff y angst, y debo hacerme cargo de ello sin endulzar la vida como en otras historias. Siempre escribo la presentación que es más cortita que el resto, de verdad espero que disfruten de esta historia y que aprendamos a querer a los personajes. He leído bastante para escribir esto y hacerlo lo mejor posible, siempre es un honor aprender con ustedes jdjdj. Se les quiere. Carlitos fuerans.
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SENTIDO DE LA REALIDAD 病院 KOOKMIN
FanfictionJeon Jungkook no tiene a nadie más que a su perro "Tony", y a un montón de problemas que no le dejan seguir con su vida. Le recomiendan pasar 72 horas en un centro psiquiátrico, él acepta, es poco tiempo se dice a sí mismo. Entonces los días pasan...