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1:00

Eso marcaba el despertador de Carre, sabiendo lo que le esperaba, o más bien, lo que tendría que hacer.

Salió rapidamente de su cama, acomodando un poco su pijama y su cabello sumamente castaño, muy lindo y agradable de ver. Sin más, se miró por última vez en su espejo de arriba hacia abajo, el espejo era grande, por lo que podría visualizarse a cuerpo completo, o él simplemente era pequeño.
A paso lento, cerro de manera sigilosa la puerta, esperando a que no soltara ningún chirrido fuerte como para despertar a su vecino Imantado, que posiblemente se encontraba en su quinto sueño. 
Camino, si no mas bien, corrió hacia las salidas del pueblo verde, cruzando el portal de forma rápida, Spreenfield se encontraba cerca de los portales, por lo que no duro mucho en entrar a aquellas puertas del local amarillo, muy vibroso y resaltante.
Sonó la campana que anunciaba la entrada de un nuevo cliente, pero en este caso y en estas horas, solo entraba una persona, muy especial para el gerente.

- Dale, Carre, pasa. - Dijo sin más el susodicho de corbata, aún de noche, siempre preocupaba estar elegante, eso le daba su toque.
El nombrado se adentró más a la pollería, había estado ahí muchas veces, muchas noches, pero aún era difícil no ponerse nervioso cuando Spreen dirigía su mirada hacia él, esa aura que imponía respeto e intimidaba tanto.
Este solo se acercó un poco más, casi sentándose arriba de una silla, con una pequeña sonrisa, no tan notoria gracias a la oscuridad, y la poca luz que había eran los rayos de la luna, que se posaban en el pasto, y la luz artificial que venía desde la cocina, donde habían varias piezas de cuchillos y cofres, y el sonido de los pollos, aún un poco más calmados. 

- Hoy tenía miedo, sipi, pensé que alguien me estaba siguiendo mientras entraba a Spreenfield, pensé que era Betra. -  Suspiro, cerrando sus ojos y mirando para abajo, haciendo que las orejas tejidas de su pijama de Happy se fueran hacia abajo también. - Después, busque y no había nadie, deduje que podría haber sido un fantasma y vine corriendo -  Volvió a mirar al dueño de la pollería, este se encontraba con su mirada neutra de siempre, inexpresiva y autoritaria. 

- Carrera, ¿Qué te dije que pasaría si alguien te veía aquí, eh? - Este tono de voz sonó mucho más amenazante que el amigable que había usado la primera vez que el castaño habría entrado a su propiedad.

Esto hizo tensar automáticamente al más pequeño, haciendo que sus manos temblaran un poco y una gota de sudor frío corriera por su rostro, Spreen ya lo había amenazado, varias veces de hecho, sobre que pasaría si algún miembro de las islas verde y naranja los encontraran juntos, y esas amenazas solo eran el 1% de lo que podría lograr hacer el azabache, lo comprobó viendo aquellas venganzas entre la guerra de Reborn y el, dejándolo totalmente impactado el hecho de que Spreen fuese tan creativamente destructivo en cada una de sus venganzas, con tal de hacerle pasar un mal rato a alguien que el creyera que fuera necesario. 

- ¡Pe-perdón señor! Juro que no volverá a pasar, trate de venir lo más disimulado posible, no creo que nadie me haya visto - Carrera emanaba unos nervios sumamente notables, estaba moviendo sus manos de manera un tanto eufórica, temblando y dirigiendo su mirada hacia arriba, para poder mirar mejor al más alto. 
Ese "Señor" solo lo salia de la boca de Carre cuando estaba sumergido en los nervios, por lo que Spreen comprendió y largo un suspiro pesado, acercándose al ojiverde con mas calma, entendía el esfuerzo que hacía cada que venía, era nuevo en el pueblo, y era aún más un blanco fácil para cualquier monstruo o araña en su caso, que era lo que más le daba miedo a Rodrigo.

Un abrazo hizo que Carre tuviera un poco de tranquilidad por un momento, este lo correspondió de inmediato, apretando el agarre y volteando hacia arriba nuevamente, los ojos de Spreen a la vista de Carre eran sumamente lindos, eran tan... prohibidos, y aun asi los amaba, Rodrigo odia amar esos ojos tan lindos de Iván, no podía evitarlo, cayó completamente en sus brazos, por más que trato de mantenerse lo más alejado posible, porque, durante el dia eran solamente conocidos, rozando por "amigos"  y nada más, pero por la noche, cuando Carre visitaba a Spreen, ellos compartían todo lo que no podían hacerlo en el día, y cada uno de esos toques, lo hacían con tanto cariño y amor, pero, el sabía que estaba mal.
Un suave beso que, no tomo por sorpresa a carrera, puesto que ya estaba preparado para eso, hizo que las mejillas de carrera se tornaran en un rosa muy tierno, a la vista del pollero, este subió a carrera un poco, haciendo que este despegara sus pies del piso, tomándolo de la cintura y apegándolo más a él, ese era el momento que más esperaba en el día, porque, a la vista de todos, el empresario no buscaba el amor, era una persona fiel a sus ideales y a su trabajo, que solo se enfocaba en hacerse cada vez más poderoso de lo que ya era.

- ¡Spreen! - Se escuchó una conocida voz, que puso alerta de inmediato a los dos chicos, pero aún más, a Carrera. Este salió corriendo hacia arriba, a las oficinas de Spreen, encerrandose junto con el gato pelusa.

- ¿¡Que haces a estas horas, Tomás?! - Se escuchó la reconocible voz de un Spreen irritado, al escuchar la palabra "tomas"  Carre inmediatamente tapo su boca con sus manos, tratando de no hacer mínimo ruido, estaba sudando y desesperado, sobre pensando en que cosas podría decir  su novio  Robleis al verlo ahí, con Spreen,  su amante.  Sí, odiaba esa sensación, esa maldita culpabilidad, estaba llorando, se merecía que Robleis lo encontrara besándose con Spreen, Robleis no merecía eso, no merecía a Carre. Pero, el pollero le había ordenado a Carre que  " Siguiera su relación con Robleis " por más que el pequeño se negara una y otra vez, Spreen dijo que era vital para que pudieran ser... Al menos algo.

- Escuche un ruido fuerte y vine a ver, no te alteres, boludo. Ni siquiera estaba despierto, perdón si dormías y vine a joder. - Spreen seguía con el ceño fruncido, se podía ver fácilmente desde la cocina, aunque ahora más calmado y menos alterado. Suelto un suspiro, Robleis aún seguía siendo su viejo amigo. 
- Pero veo que tenés la pollería todavía laburando...¿Por qué a estas horas? - Se adentró un poco, no tanto como a llegar a estar cerca de una mesa, solo para tener una conversación más cómoda.
-... Nada, ya iba a apagar todo de cualquier manera, vos ve a dormir, el del ruido fui yo, tire algo solamente. Mañana me pagas, que no se te olvide. - Dijo dirigiéndose al interruptor, después de que Robleis solo soltara un pequeño berrinche, con un no tan fuerte "aahh" de manera de queja, para al final dirigirse hacia su casa.

Spreen, por su parte, apago completamente las luces, viendo por la gran ventana a Tomás, dirigiéndose hacia su nueva casa recién hecha. Al ver como este se perdía de su vista, fue rápidamente hacia su oficina, viendo a un Carre hecho bolita con pelusa al lado, que cada poco soltaba un pequeño *hip* por estar llorando, tratando de hacerlo de manera silenciosa

El azabache no dudó dos veces en acercarse al de pijama, sentándose a su lado - Hey.. Robleis ya se fue. - El ojiverde sabía lo hepático que era Spreen con cualquier persona, pero aun así, parecía hacer un mínimo de esfuerzo cuando se trataba de carrera, bueno, parecía, como ya se dijo. 
- Spreen, odio esto... ¿Cuánto tiempo seguiremos así? - Miro a los ojos negros que lo cohibían tanto. Sus labios temblaban como un tic y tenía las mangas de su pijama aún mojadas debido a las lágrimas, Spreen miro eso, lo rojo que estaba Carre debido a todo el llanto que había soltado, Quizás, el podía entender ese sentimiento de desesperación, solo quizás. 

- Hasta que sea necesario, Carrera. - finalizo, mirando hacia enfrente, notando como carrera hundía de nuevo su rostro en sus brazos. Finalizaría solo cuando el lo diga, cuando haya logrado lo que busca.



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  1397 Palabras :))

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⏰ Última actualización: Dec 07, 2022 ⏰

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