Probablemente esto no rime, ni suene lindo o curativo. Bueno, pensándolo bien, en definitiva no será nada de eso.
Siempre pensé que el dolor debía hacerse arte, ya sea para sacarlo o encontrar personas con la misma herida en el corazón. Siempre pensé que el arte debía ser desastroso, crudo, doloroso. O quizá solo quiero una excusa para olvidar las reglas de la poesía.
Tal vez ambas.
En este caso, mi dolor es como un gorro de navidad bordado.
Una comparación rara, supongo.
Pero si te cuento el contexto reconocerás que es así, y no hay otra manera de llamarlo.
Perdí a mi papá.
Sin aviso, ni una señal.
El domingo me dijo que no dependiera de nadie, que hiciera mi camino.
El lunes había desayunado con él, el viernes me enseñaría a manejar, prometió estar cuando fuera licenciada, dijo que me regalaría un diplomado de arte, habló de viajes que haríamos.
El martes lo perdí.
"Ven"
"¿qué pasó?" incluso mi voz sonaba adormilada.
"Tu papá falleció"
Nunca creí realmente que el mundo se quedaba mudo, pero en ese momento yo no escuche nada. No podía ser real, lo había visto en la tarde. Ni siquiera pude abrazarlo porque estaba haciendo tarea cuando él salió de casa, y estaba dormida cuando volvió.
¿entonces por qué me había hecho eso?
Mi corazón se llenó de odio, él me mintió tanto.
El viernes esperé en la puerta.
Aun no aprendo a manejar.
Fue la primera persona que vi en una caja, siendo sincera, no puedo recordarlo en ella.
Lloré mucho en mi cumpleaños.
El año pasado él escogió solo mi regalo, estaba muy emocionado. Me había comprado una caja musical de una bailarina. Ni siquiera tiene sentido, cumplía mi mayoría de edad. Pero fue el regalo más hermoso que me habían dado, incluso se lo dije.
Me hubiera gustado decírselo más.
Este año solo deseaba que alguien llegará con una caja musical.
Faltan 17 días para navidad.
Era mi época favorita.
Yo decoraba la casa mientras él solo me decía dónde poner las cosas. Y yo siempre fui una persona de baja estatura, así que se encargaba de todo lo alto.
Era la persona más fuerte de la casa, entonces bajaba las cosas de navidad del estante.
Juro que intenté hacerlo, pero mis brazos no tuvieron la fuerza necesaria.
Entonces me eché a llorar en el suelo.
Y le conté a Dios que jamás me había sentido tan triste.
Hace ya varios años yo aprendí a bordar.
Me emocioné y bordé gorros de navidad con el nombre de cada integrante de mi familia.
Él era el único que lo usaba toda la noche e incluso el día siguiente.
Cuando intenté bajar las cajas.
Solo logré bajar la menos pesada.
Una negra y llena de tierra.
Cuando la abrí me sentí tan infeliz.
Ahí estaba el gorro.
Y mi tristeza se sintió como un gorro de navidad bordado que ya nunca será usado.
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