ANTHONY SMITH

36 4 29
                                    

Los humanos son creaturas ignorantes, llenas de incógnitas que ellos mismos se han planteado, pero no logran descifrar. Ellos ahora son seres vanos, ociosos e inservibles; no conocen su origen, ni su pasado, no saben de su procedencia...no se percatan de nosotros. Vagan, simplemente vagan por un planeta que no les pertenece y osan llamarlo hogar. Si tan solo los más sabios entre sus sabios conocieran la verdad, pero ni el más erudito entre sus pensadores tiene indicios de lo ocurrido. Nuestra raza, los humanos originales, los extintos, los muertos, los que no sobrevivimos, los hijos del gran padre Anthony. Nuestros susurrados alientos aún viajan por el espacio cual grito desesperado, todavía nuestra no existencia es tan real como la de nuestros sucesores: la "actual" raza humana.

Permíteme gritar una última vez su nombre, déjame penetrar con mi último soplo de vida a este planeta tan aborrecible y destrozado. Tú, una persona más entre el mar de personas; tú, un ser hundido bajo la multitud de seres iguales a ti, conoce esta historia y sal de la burbuja en la que todos habitan, sé partícipe de este despertar, y serás uno entre millones.

"La tierra", ese planeta donde residen los sobrevivientes de la catástrofe que destruyó nuestro preciado hogar. Ese que ustedes conocen como "su mundo", antes no era más que el refugio al que Él los envió, y ahora, se reduce solo al hábitat de millones de personas que ignoran Su nombre. Anthony es el apelativo del hombre que evitó que los humanos perecieran para siempre, Anthony Smith, no permitas que muera en tu memoria.

Aquel fatídico día, el miedo se apoderó de todos nosotros, el terror y el pánico masivo eran incontrolables. Por todos los medios se enfatizaba sobre la gran catástrofe que acabaría con nuestra raza en menos de un mes, tanto las calles como las mentes humanas estaban saturadas de mensajes de esperanza terriblemente desesperanzadores. "Se acaba el tiempo", "Despídete de los tuyos", "Nos iremos juntos", "Es inevitable", se repetía por doquier. No entendíamos a qué nos enfrentábamos, solo sabíamos que ese asteroide gigantesco acabaría con nuestro planeta y con nuestras insignificantes vidas. ¿Cómo lograr detener lo indetenible?, nos dimos por vencidos muy pronto y de a poco empezamos a aceptar, que el fin nos había alcanzado.

Con la dignidad en una mano, y el miedo en la otra, los habitantes del planeta Time-0517 sucumbimos ante nuestra inminente destrucción. No teníamos las herramientas para pretender atacar a ese gigante rocoso que nos amenazaba, no teníamos tampoco tiempo para siquiera considerar construir esas "herramientas". No, ninguno de nosotros los pequeños e insignificantes humanos podía otorgar una solución. Éramos una raza solidaria, unida, con un sistema social envidiable, sin escasez, y sin las terribles injusticias que ustedes han normalizado.

Éramos.

Éramos la representación de ese rumbo fructífero que los suyos jamás lograrán alcanzar, porque su corrupción es mayor que su humanidad. Aunque claro, también éramos deficientes en cuanto a tecnología, en donde quizás ustedes tienen un punto a favor.

—¡Yo puedo salvarlos! —recuerdo haber escuchado. —por favor, no tenemos más opción, permítanme demostrarlo. —exclamaba una cansada, pero familiar voz.

Quienes paseábamos por aquella pequeña plaza lo miramos con desdén. Anthony Smith, el tipo que pasaba sus días encerrado en su tenebroso "laboratorio" (como él solía decirle), de él provenían tan desubicadas palabras.

—He estado trabajando en una máquina que nos puede sacar de aquí, antes de que el asteroide llegue.

Nadie tomaba en serio las afirmaciones de aquel desaliñado hombre. "El científico loco", le decían.

—Solo necesito de un voluntario, que me ayude a hacer pruebas. —seguía, a pesar de la negativa reacción del público.

Nadie. Absolutamente nadie.

ANTHONY SMITHDonde viven las historias. Descúbrelo ahora