HOW YOU GET THE GIRL¹; julián álvarez

05. alto stalker

julián álvarez' pov
días antes de arg - arabia

━━ ¡Dale, cagón! – escuché a algunos de los chicos decirse entre ellos.

Estábamos descansando un poco antes de seguir entrenando, así que algunos boludeaban para pasar el tiempo; con el celular o practicado algunos de los ejercicios que les parecía haber llamado la atención para seguir ajustando. El resto del equipo, como el DT, veían las anotaciones y hablaban al respecto.

Agarré mi celular, verificando nuevamente que nadie estuviera atrás.

Mientras hacíamos la primera parte de la práctica estuve metido en mi cabeza, pensando algunas cosas de las que ya me venía maquinando hace un tiempo.

Debería estar concentrado. Y lo estoy. Pero ayer, cuando no tenía nada que hacer, me acordé de cierto video en Tik Tok filmado en el Monumental. Creía que no, pero el chico había arrobado a la que ahora reconozco como Nicole. Sí, esa Nicole.

La misma tenía su Instagram como link directo en su descripción y no había dudado mucho en apretarlo. Pero era privado. El que supongo es su amigo, no tenía su Instagram, pero sí su nombre completo en el usuario de la aplicación. No fue una búsqueda muy difícil. Y por suerte, él sí tenía la cuenta pública.

Suena digno de un asesino serial, Dios mío.

Nah, la curiosidad no le hace mal a nadie, ¿no?

Ví algunas fotos. En la mayoría aparecía ella. También en sus historias destacadas. Muchas, muchas veces.

Mis ojos fueron bendecidos.

Y si eso era el cielo, después llegó el video de mi perdición.

En varias de las imágenes donde se mostraba la morocha, sonreía a la cámara. Algunos vídeos diciendo algo que hacía reír a quienes estaban con ella o quejándose del dueño de la cuenta, Lucas. Pero un reel en particular se volvió un bucle en mi cabeza que no podia dejar de reproducir ni cuando me iba a dormir.

Estaban en un concierto. No era de noche, pero estaba lo suficientemente oscuro como para que el reflejo de las luces destacaran a la vista. La chica observaba a la banda frente suyo con los ojos repletos de admiración mientras cantaba suavemente la letra de la canción.  

Se me formó una sonrisita involuntaria al ver la alegría que reflejaba. Era una mina linda, pero se volvía mil veces más hermosa cuando sonreía genuinamente.

Si se lo decía esa vez en el vestidor seguro me cagaba a palos.

— Ah, mirá vos, no nos dijiste que tenías novia. La tenías guardada, picarón – la voz de Lautaro salió de la nada misma, por lo que rápidamente apagué el celular, cortando el video en la mejor parte.

— Me asustaste – traté de disimular, pero por la cara que puso pareció no servir – No, no tengo novia.

Lo miré, entrecerrando los ojos por el sol que recién empezaba a ponerse en lo alto.

— Bueno, tu amiga – negué, obteniendo una mueca confundida por parte de mi compañero. Sentí el calor subir por mi cara.

— Eeh, no, no. No la conozco.

Sí la conozco. Pero no la conozco.

Es medio complicado.

Volví a guardar el celular torpemente cuando algunos de los chicos se acercaban a oír la conversación.

— Sos alto stalker entonces, pibe – pronunció el Papu, girandose a Leo cuando este lo miró con el ceño fruncido – Así dicen las generaciones de ahora. Alto simp.

Hizo énfasis en la L y P.

— Alto pelotudo – interrumpió Enzo, soltando la botella de agua y dejándola entre sus pies sobre el pasto – Es la mina que golpeó en el Monumental.

Me removí un poco, recordando cuando vieron uno de los videos de ese día y desde otra perspectiva sobre el momento en el que la pelota impactó en Nicole. Todos estuvieron de acuerdo en la mala suerte que había tenido la chica.

Fue uno de los momentos más incómodos de mi vida.

Y este le podría seguir.

— ¿A la que le partiste la cara al medio? – escuché a algunos reír por el comentario de Ota.

— Es una pavadita eso – dijo Licha en un intento de hacerme sentir mejor. Creo.

— Creo que no le caigo bien – me rasqué la nuca, sin poder hacer contacto visual con nadie. Me estaba poniendo bastante nervioso que todos tuvieran que escuchar la situación.

Hasta Scaloni, que se hacía el que no, anotando algo hace rato. Pero yo ya sabía que esa lapicera no tenía tinta, no me engañaba.

— Y despué' se quiso hacer el capo, regalándole la camiseta – se rió entre dientes – Le dijo que no, encima. Fracasado.

— No me la contes – siguió tirando Gómez, riendo por sus propios comentarios. El Cuti tuvo que darle un codazo para que parara.

— Vo' tuviste la idea, tarado – le recriminé.

Nunca voy olvidar su traición, que me costó una pasada de vergüenza interminable.

— Yo dije que podía salir o muy bien... – alzó las cejas, tratando de decirme algo que no llegué a entender – O muy mal.

— Y salió como el orto – dijo esta vez Rodri.

— Sí – asentí. Tampoco daba para negar lo obvio – Igual no creo verla nunca más, así que...

— Eso dijieron varios de estos, mirá ahora – contestó el Toro, haciendo reír por lo bajo a algunos.

— Sí, no sé igual – rasqué mi nuca poco seguro.

— Encontrá a tu mujer araña – Leandro me sacudió el hombro con fuerza, haciéndome soltar un quejido.

Un ruido estruendoso nos asustó, dándonos la vuelta para encontrar al director técnico, quién había golpeado las palmas de sus manos lo suficientemente fuerte como para volvernos a la realidad.

— Bueno, pibes. ¿Quieren que les pase las cartas y juegan una partidita de truco? – muchos abuchearon hacia Scaloni, que estaba serio, mientras Pablo a su lado luchaba con taparse la sonrisa – Vuelvan a entrenar, háganme el favor.

— Bien que la otra vez te rompimos el orto, Sca – Otamendi pasó trotando a su lado, sonriendo con sorna al recordar dicho partido.

— Vos te quedas diez minutos más por gracioso – asintió alzando las cejas.

Suspiré con fuerza, pasándome las dos manos con la cara, antes de volver a trotar para seguir con el entrenamiento.

Que realmente se iba a basar en recordar la sonrisa de Nicole y sus brillantes ojos marrones.