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El calor del sol se sentia tan agradable sobre la piel del rubio, este traía puesto su vestimenta usual, su saco rojo, su moño, lo de siempre. El joven rubio estaba sentado bajo un arbol, esperando a ese chico de cabello negro que se hacia llamar el anticristo, ya que despues de un buen trabajo en el cielo al angel al fin lo dejaron ver a aquel chico.

Sus azulados ojos comenzaron a cerrarse lentamente, volver a estar en su fragil y vulnerable forma humana era cansado, pero era la unica forma en la que podia ver a su desastroso pelinegro.

Despues de unos minutos el dulce angel escucho una voz y el olor a cesped quedo llego a su nariz junto a el olor a limón...

—Lamento haber tardado un poco angel.— Dijo el chico al que tanto estaba esperando, aquel pelinegro se notaba algo nervioso y tenia un sutil sonrojo en sus mejillas, claro el rubio no reacciono mucho a su disculpa, solo se quedo examinando el rostro que es estaba en frente de el, contemplando cada detalle de aquel ser, aquel principe de las tinieblas que le robaba suspiros y sonrisas, provocando con solo su mirada una oleada de emociones que hacian enrojecer al pobre angel que caía cada vez mas en los encantos de su enamorado.

—¿Estas bien Pip?— Escucho nuevamente la voz de aquel chico, volviendo a la realidad.

—Claro, perdón estoy algo distraido.—Hablo, respondiendo la pregunta que aquel joven hizo. Se levanto de el cesped con ayuda del pelinegro, dandole una sonrisa y viendo como esta hacia que no solo las mejillas de su acompañante se pusieran rojas, si no tambien sus orejas ligeramente puntiagudas.

—Si si, ya lo note.— Damien solto algunas risas, burlandose un poco de aquel angel.

Pip observo como el pelinegro escondía algo detras de si, llegando a ver algunos petalos blancos, esto le causo algo de curiosidad y puso nervioso al rubio ''¿Seran para mi?¿Por què Damien me regalaría algo?¿Acaso estoy soñando?'' esos eran algunos de los tantos pensamientos que pasaban por la cabeza de aquel angel, los cuales frenaron hasta que se atrevio a preguntar.

—Damien, no quiero molestarte pero, ¿Para quién son esas flores?—

—Oh, claro.— Rapidamente puso las flores frente al angel, parecían ser unas hermosas azucenas blancas, las mejillas del rubio se coloraron violentamente, el angel tomo con cuidado y algunos nervios las flores, otra vez dirigió su mirada a los ojos de color rubí que lo hipnotizaban.—Son para ti, Pip.—

—Muchas gracias cariño.— Con lentitud cerro sus ojos y se acerco a su acompañante, plantando un dulce beso que mas parecía un timido roce de labios, lo cual aun siendo un simple roce fue capaz de teñir por completo el rostro del anticristo.—Ven, vamos a dar un paseo.

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Esa tarde fue una de las mejores que vivió para ser sinceros aquel angel ya extrañaba el calor que era desprendido de aquel chico de cabellos oscuros, era agradable y tambien encantador junto al olor a limón que emitía su pareja.

Toda la tarde fue tan agradable y tranquila donde solo existian ellos dos, un angel y el mismísimo anticristo, dándose discretas muestras de cariño, entre besos, abrazos y tímidos roces. La tarde se fue volando con cada gesto empalagoso que venia por cualquiera de nuestros dos tortolitos.

Despues de ir por un helado y de haber tenido un lindo paseo por el parque aquel angel siguió a su enamorado al infierno, entrando al portal hecho de llamas, del cual se escuchaban gritos de sufrimiento y agonia de las pobres almas que se alojaban en el infierno.

Pip tomo la mano de Damien, entrando al infierno y dejando asì su lugar en el cielo, dejando de ser un angel para poder estar al fin con su principe y proximo gobernante del infierno. Aquel angel ahora se habia convertido en un demonio, en un angel caido, un angel que habia sido consumido por las flamas del infierno, un angel que habia sido tentado por aquel anticristo y habia caido en la tentación, en una tentación llamada amor...

Al abrir sus ojos todo era igual, al fin podia pasar cada dia con aquel hombre al que amaba, sin barreras ni personas que los juzgarán, si era un pecado amar Pip era un completo pecador, sabia que talvez a los ojos de dios no estaba bien lo que sentia, pero ya no debía de importarle, lo unico que habia ahora, lo unico que importaba en ese momento eran Damien y el, al fin serian felices, fuese donde fuese, tanto en la tierra como en el infierno su amor nunca se iba a extinguir, su amor es una llama eterna que nunca se va a extinguir, pase lo que pase, ni siquiera dios era capaz de separarlos ahora.

Al fin eran capaces de sellar su amor de cualquier forma, fuese carnal o de cualquier forma, sellando su amor y siendo consumidos por el deseo, entre caricias y besos calientes, llenando sus cuerpos de besos, mordidas y rasguños, escuchando la dulce melodia de los jadeos de cada uno, sintiéndose completos finalmente, nuestros amantes lograron por lo que tanto habían luchado, lograron gozar y sentir nuevas barreras del amor, experimentando la pasion y dejándose llevar con el tacto entre sus calientes cuerpos sedientos de amor y mas caricias, fueron segados por la pasion, hasta el punto de desmayarse despues de haber tenido la mejor noche de todas.

El rubio abrió lentamente sus ojos, encontrándose con el pelinegro completamente dormido, se notaba cansado, Phillip estaba feliz, tan feliz de que eso no haya sido uno de sus tantos sueños y que al fin se hicieron realidad, el rubio se quedo observando a su pareja mientras acariciaba con amor su cabello, disfrutando de finalmente tener la compañia de su amado pelinegro...

Fin..

.......

No es muy larga y talvez tiene faltas de ortografia, pero escribi esto con amor :''3

Cayendo por tu amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora