Premio ➳ MessiChoa

1. Aprender.

La dualidad de los gritos en el estadio perduran confusos, es decir, hay insultos, abucheos pero también porras, canciones y halagos.

Con el pasar de los años se había acostumbrado a ellos. Son más fáciles de ignorar cuando solo te concentras para algo en especial.

"—Sigue siendo estresante. Bueno, nunca lo diría en público pero fue una alegría amarga... Cuando tu equipo los eliminó, también me reí un poco..."

No podía dejar de verlo extremadamente perfecto en cada punto.

"—Sigo queriendo verlos perder. Pero en fin, espero que ganes y pases a la semifinal, nada más me haría más feliz que verte ganar. "

Lo llevaría a últimas instancias para que Memo no despegara la vista de él.

"—Lo voy a hacer. "

No tardó en entender el porqué del desagrado y el resentimiento todavía viviente en Memo, los holandeses son desagradables en muchas maneras cuyos instantes de verlos a la cara fueron suficientes para desear sacarlos de una vez.

Siempre regresa a su mente las muecas de su Guillermo, son los imbéciles más descarados y cada que sus pies tocan el balón siente su enojo crecer.

Tampoco tarda en admitir que son unos estúpidos muy buenos en cometer faltas y que el árbitro quedó ciego ante ellos favorablemente.

Frente a todo hilo de ira su victoria inminente hizo estallar el estadio.

Finalmente pudo sonreír.

Quizas divaga demasiado durante el lapso de la celebración y las preguntas que le dan la prensa. Tal vez fue peor cuando 'accidentalmente' cambió su rumbo del hotel dónde su selección se hospeda hasta dónde Guillermo se quedó por él un tiempo más hasta que todo tuviera su final.

Fue tan difícil convencerlo.

Sin importar la bulla de sus compañeros, el anhelo por esos rizos sacudió más fuerte y golpeó.

Trató de ser lo más discreto que su sonrisa le permitió. Cuando el arquero de México abrió la puerta sisea un suspiro y se adentra en la habitación ante la atenta mirada de su amigo.

—Lo hiciste muy bien, Leo. —Le murmura con dulzura— Pero siéntate, debes estar muy cansado.

—¿Lo viste todo? —Le pregunta más rápido de lo que su cabeza se mueve para volver a observarlo.

—Incluso me quedé pegado a la televisión cuando era el medio tiempo. —Guillermo sonríe, deteniéndose de reír plenamente.

Sonríe por su modestia.

—Tenías razón, son todos muy amigables... —Se acomoda en el sillón mientras murmura un veneno sarcástico.

—Eso es porque los olvidaste. —Finalmente, el portero de dorsal trece se atreve a reír— No importa, igual están fuera.

—Que rencoroso sos.

—Perdón, no creas que te tengo resentimiento a ti también, yo te quiero mucho... Incluso si a veces no sé porqué me hablas. —No se deleita con el último susurro como usualmente lo haría dentro de su cabeza, hay algo incómodo que vive allí y aunque pica, no quiere rasgar para sosegarlo.

—¿Qué? —suelta en plena confusión, fuera de sus planes.

—Deberías estar con tu equipo festejando. —El mexicano afirma, más puede sentirlo, no es del todo firme.

Percibe en sus brazos que la habitación del hotel es repentinamente más gélida.

—Puedo hacerlo mañana. No me apetecía hoy, prefiero conversar con vos —toca su barbilla en un intento difícil de justificación.