2. Desaprender.

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Jamás se consideró una persona extraordinaria, poco menos demente por lo que en ocasiones piensa, pero siempre evitaba que su palabra fuera voluble.

Puede mantenerse en frustración según cuán desafortunado sea su enfoque y lo decepcionante que sea su trabajo.

Ya no lo intenta, sino lucha.

Pero cuando ve que inclusive su propia lucha lo sigue dejando caer en el abismo de decepción entonces, se sienta, y espera un milagro.

Pero pide a Dios que nunca creyó que ese pseudo milagro tomara forma en Lionel Messi.

En realidad, fue una derrota con el mismo sabor que cualquier otra. Dolorosa pero prevista, aunque en cierto modo, no tan tensa.

Solo estrechó la mano de Leo, le dio palmadas en su cabeza para apoyarlo, libres de resentimientos y odio.

Y continuó.

Cuya sorpresa sería la suya cuando él lo buscó después del partido.

Es probable que esa conversación es la que más esté en repetición en su mente por toda su vida.

Simplemente no podía estar molesto con él, ni con nadie de su equipo en realidad. Solo consigo mismo.
Sin expectativas lo ve, confundido por su presencia y atolondrado por la misma.

La conmoción sucesiva se renueva con la voz del argentino.

—¿Te sentís bien, Memo? —Le habla con demasiada naturalidad que es abrumadora, retrocede despacio del lado de su vestidor, puede que el lugar sea espacioso. Sin embargo, a medida que el jugador enfrente suyo esperaba una respuesta siente que ha sido acorralado, su interés y palabras con gentileza, son, por definición, cálidas.

¿Porqué tanto compromiso? No es como si ya recibiera el desprecio de la gente, no necesita la burla implícita o falsos lamentos para volver. Admira a Messi por lo que hace en la cancha, más no soportaría atenerse a la decepción del futuro de esta conversación.

Simplemente desea que sus oídos dejen de funcionar para cuando Lionel hable.

A la par que se sumerge en posibles alegaciones, en su mayoría, fuera de lugar, se limita a dar como respuesta un asentimiento y quitarse la diadema de su cabello.

»Yo sé que es difícil tomar la derrota como una motivación. Pero la verdad, pienso que lo hiciste muy bien, y que ambos tenemos la oportunidad de pasar la fase de grupos.

No esconde el rostro de confusión y su ceja alzada, cuestionando si el argentino le dirá esas mismas palabras a alguien del equipo polaco. Es, en cualquier ángulo, helado.

—Sí, bueno, gracias. También espero que avances a la siguiente ronda. —Le dice al futbolista, con la tenue esperanza de que se retire y el temblor en sus dedos junto a su pecho estremecido por los nervios desaparezca.

—¿Siempre estás... Tirante? —Lionel pregunta, enterrado en su vista, expectante y aspira a quedarse.

Su pugna mental cesa a pesar de ser constante en la iniciativa de proseguir. Su silencio se prolonga cada que Lionel le pregunta algo, incapaz de acostumbrarse o someterse a su presencia.

—¿No... Estás cansado también? —Esperaba no sonar petulante, ni ser demasiado obvio en su tarea de echar a Lionel de ahí para conectarse en un momento de soledad y reposo.

Observa como Lionel sonríe y carcajea brevemente. Un sonido vibrante y divertido.

Casi lo hace sonreír también.

—Sí, lo estoy. Pero tú... ¿De verdad te sentís bien? —Cuando menos lo espera, un golpe ligero aterriza en su frente, es amistoso y ve a Messi alejar su dedo con los ojos entrecerrados y entretenidos.

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⏰ Última actualización: Jan 08, 2023 ⏰

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