Capítulo 17

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Cabellos de fuego

La música suave hace que la atmósfera de este restaurante se siente muy romántica, es la primera vez que vengo a uno de estos. Miro cada detalle cuando el maître nos acompaña a nuestra mesa, desde los candelabros de iluminación tenue hasta la banda que toca mientras la voz de una mujer familiar suena hipnóticamente en todos lados.

La busco con la mirada y la encuentro sobre un pequeño pedestal, apartada de la banda, sus labios se mueven suavemente dejando flotando palabras mimosas destinadas a enamorar a cualquiera. Pero es su cabello rojo lo que llama mi atención, cuando finalmente reacomoda detrás de su oreja algunos mechones que caían privándome de sus rasgos, la reconozco. Es la muchacha del bar, camino sin prestar atención a nada que no sea ella; choco contra una silla cuando sus ojos encuentran los míos y debo sujetarme del brazo de Dante para no caer al piso.

—Mierda —mascullo sintiendo el rostro arder por la vergüenza.

—¿Estás bien? —inquiere Dante preocupado.

—Sí, lo siento, me distraje y no vi por donde caminaba —explico deseando que me trague la tierra, siento que todos me miran.

Él solo asiente y bajo la atenta mirada de la pelirroja seguimos caminando hacia nuestra mesa. Luego de seleccionar la comida, Belén, que hasta el momento había estado en completo silencio, toma la palabra:

—Es un gran gusto conocerte finalmente, Dante; bueno, al menos de manera oficial y mientras ambos están vestidos —añade haciéndome ahogar un grito.

—Lo mismo digo, Emma me ha hablado maravillas de ti —contesta como un perfecto caballero tomando mi mano bajo la mesa.

—Seguramente te dio una versión muy censurada —bromea sin poder disimular el orgullo que brilla en sus ojos—, en fin, me da mucha alegría ver a mi amiga feliz.

—Me siento muy afortunado de haberla conocido, aunque la situación no fue la mejor, quizá era la manera en la que debía ocurrir.

El mesero llega con el vino, se lo muestra a Dante y este asiente. Verlo llenar las copas con esa particular inclinación trae a mi memoria la sonrisa de Mauricio al hacerlo y sus ojos completamente desenfocados mientras me atacaba vuelven a mí causándome un escalofrío, de manera automática suelto la mano de Dante y mi respiración se acelera.

—¿Estás bien? —pregunta mirándome extrañado.

—Sí, lo siento, solo recordé algo que me dio repelús —susurro volviendo a tomar su mano.

Agradezco al cielo que solo guarde silencio, no profundiza en aquello que no quiero contar, y solo se dedica a acariciar mi piel suavemente hasta que vuelvo a respirar con normalidad.

Cuando la comida llega ya me encuentro totalmente repuesta como para hacer pequeñas intervenciones en la charla que se desarrolla entre Belén y Dante.

—Es una mezcla entre jazz, blues y soul, las piezas que está cantando obviamente no son de ella, pero su voz definitivamente da para todo —señalo fascinada por la cantante.

—Justamente eso le estaba comentando a Dante, aunque solo reconocí las letras de Amy Winehouse —comenta Belén feliz de que finalmente diga algo.

—No sabía que te gustaba ese tipo de música —indaga Dante aún más interesado.

—Escucho de todo, de hecho voy desde clásica hasta dark metal sin ningún problema, cuando mis canciones se ponen en aleatorio es cuando los vecinos piensa que quizá me falta un tornillo —aseguro riendo alegremente.

—Tengo que ir al baño, ¿vamos? —pregunta Belén.

—Claro —respondo levantándome y tomando mi bolso.

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